martes, 25 de agosto de 2009

Historias de Ewal- El muchacho y la dama


Mientras consigo coger la inspiración para contar mi viaje, he decidido dejaros con el primer capítulo de este gran fic mío (si, ya, claro xD).

Lo escribí allá por un 17 de Febrero en el que pensaba escribir un One-Shot de amor cortés... Ya véis, ahora es el fic más largo que he escrito en mi corta vida xDDD


Historias de Ewal es una "novela" en la que se cuenta la vida de varios protagonistas en un mundo más o menos en paz y sus aventuras transcurren en el mundo neutro de Ewal. En Historias de Ewal hay varias sagas, donde los protagonistas cambian pero no algunos personajes secundarios. De momento ya voy por la tercera saga (la cual puede recordar un poco al fic de Adri "Expedientes" en un principio, para cuando me di cuenta, fue demasiado tarde, aunque tiene serios cambios). Además de que la estoy corrigiendo (por los verbos y todo) y voy por la Historia 9 completamente corregida.


Hasta aquí os dejo, espero que os guste, ya que en esta saga uno de los temas principales es el amor (en el único fic donde lo toqué fue en Exterior).


---------------------------------------------


Aproximándose a la Luz


Historia 1- El muchacho y la dama



Un reino fantástico, donde todo es posible. Ewal, un reino que estaba en paz con los demás reinos que le rodean. En un mundo donde constantemente las personas estaban en guerra, Ewal parecía el paraíso. Campos con verde césped, árboles altos y grandes; y flores que alegraban hasta la propia alma. Un mar de gran extensión, llena de agua cristalina y hermosos peces que nadaban en ella. Los animales habitaban aquella tierra con orgullo y la cuidaban a la vez. Ríos que atravesaban los campos por los que corrían los niños. Ewal cada vez tenía más fama de paraíso, lo que provocaba tanto ventajas como inconvenientes . Lo bueno era que cada día, más y más gente iba allí a visitar aquel famoso paraíso. Lo malo era que también cada día, más y más bandidos iban a destrozar aquel reino. Por esta razón el rey de Ewal, Fert Qel, mandó una oferta por medio de sus mensajeros reales. Quien consiguiese mantener Ewal limpia de bandidos, Don Qel le brindaría innumerables riquezas y le haría noble. Miles de caballeros y campesinos fueron los que se atrevieron a enfrentarse a los bandidos por la riqueza y el poder.
Esta vez era diferente. Un muchacho montado en su grisáceo caballo, se dirigía hacia el palacio del rey. Su pelo azul y ojos violetas llamaban la atención de varios campesinos cuando paraba en las villas. Era de aspecto tranquilo y sereno. No vestía como un campesino, pero tampoco como un caballero, por lo que aún más llamaba la atención. Detiene al caballo, alza su cabeza y se impresiona. El joven muchacho sabía que el palacio real era portentoso, pero no sabía que fuera tan precioso. De paredes blancas como la nieve que nunca caía en Ewal, sus torreones se alzaban orgullosos hacia el cielo, mientras que la puerta de madera oscura se mantenía cerrada, haciendo del castillo impenetrable. El joven tragó saliva, aquel castillo le intimidaba. Tocó la puerta fuertemente para que se le abra, y sin pedir quién era o alguna información suya, la puerta se abrió ante él. Su caballo y él observaron con la boca abierta el interior del castillo.
Tras acariciar al animal, el muchacho reanudó su paso hacia el interior de aquel castillo. Tuvo que esquivar a varios campesinos que salían de él, al parecer el mercado de la capital de Ewal se organizaba dentro del castillo. Además una pequeña ciudadela habitaba dentro del castillo, pero lo que más llamaba la atención era el mercado. Puestos que en sí formaban caminos que dirigían hacia lugares diferentes. El muchacho se puso la capucha de su túnica para tapar su cabello azul y así no llamar la atención. Consiguió encontrar el camino para poder entrar al verdadero castillo. Ató a su caballo en el poste y al observar que su joven amo le dejaba solo, relinchó. El muchacho se dio cuenta del enfado de su amigo, le sonrió y le susurró al oído:


-Tranquilo amigo. Ahora mismo vuelvo.


El caballo se quedó más tranquilo, y al darse cuenta, el muchacho subió por unas escaleras de piedra. Llegó a un largo pasillo que parecía no tener fin con una gran alfombra que adornaba el suelo. En las paredes habían retratos de antiguos reyes y reinas. Al final del pasillo el muchacho se encontró con dos soldados de aspecto portentoso que le impiden el paso. En el pecho de su brillante armadura, portaban dibujado un castillo y delante de él un árbol. El muchacho se quedó mirando la imagen representativa de Ewal. No entendía su significado. Uno de los soldados, de cara gruñona y a la vez salvaje dijo:


-¿Adónde va, señor?-


-Debo hablar con el rey.-


Los dos soldados entrelazaron sus lanzas, impidiéndole el paso aún más.


-El rey no deja que nadie hable con él hoy. Vuelva mañana.-


El chico suspiró, al parecer no tendría otro remedio que utilizar “su” habilidad. El joven hizo un leve movimiento de mano, y de repente los dos soldados cayeron semiinconscientes al suelo, uno sobre el otro. El muchacho dejó escapar una leve sonrisa y después de pasar por encima de ellos, abrió la puerta que los soldados protegían y entró en la gran sala. Aquella sala si que le dejó con la boca aún más abierta que cuando vio el castillo desde fuera. Una enorme sala circular, de paredes llenas de cuadros y una gran alfombra circular en el centro. En el mismo punto, también se hallaban dos asientos, uno más alto que el otro, aún así daban sensación de poder. El chico intuyó que ahí era donde se sentaba el rey.


-¿Qué hace usted aquí?- dijo una voz femenina.


Una chica de elegantes trajes y de cabellos rubios se encontraba detrás suya. El muchacho se dio la vuelta tranquilamente. Observó a la chica, vestía un elegante vestido, de finas costuras. Él se fijaba en sus ojos azules como el mar, y se dio cuenta, que como mínimo, aquella chica era pariente de la realeza. Una dama. El chico se dio cuenta que está en frente de la realeza de Ewal, y le hizo una reverencia a la dama. La dama seguía mirándole con cara asustada.


-P-Por favor, no se asuste. Solamente he venido a hablar con él. Necesito hablar con él.-


-Pues espere a mañana. El rey no quiere visitas hoy.-


-Lo comprendo, pero he venido por la oferta que mandó a sus mensajeros reales.-


La chica comprendió la razón del chico, había venido a ayudar a Ewal. Cogió al joven muchacho y lo condujo por una puerta secreta que había en aquella sala circular. El chico se quedó confuso, ¿adónde le quería llevar aquella joven? Iban caminando por un extraño pasillo bastante oscuro. La única fuente de luz que iluminaba la estancia, procedían de las pequeñas velas que colgaban de la pared. La dama lo condujo por varios caminos, que hace al joven perderse. Entró en una habitación acompañada de la chica. De tan poca luz que había antes, contrastaba mucho con la intensa luz que salía de la ventana. Lo que más llamaba la atención de la habitación, era la enorme cama que se postraba en un rincón de la habitación. Tenía las cortinas corridas. Por lo que el joven no pudo saber quien se encontraba dentro. La chica lo llevó hacia la cama. Tras hacer ella una reverencia, el joven decidió hacer también otra. La dama quitó las cortinas de color granate, dejando ver a un hombre de avanzada edad tumbado en la cama. Su cara denotaba los años que había vivido, grandes arrugas surcaban su rostro y su blanquecino pelo caía a sus hombros. Sus ojos también blancos, daban a entender que había perdido la vista.


-Mi señor Qel, aquí al lado mío se encuentra un joven que ha escuchado lo de la oferta- dijo la bella dama.


Los párpados del rey se movieron ligeramente, respondiendo a la chica. De repente, con sus manos ásperas comenzó a tantear para coger al muchacho. Cuando al final lo consiguió, le agarró de los brazos lo más fuerte que puede. Comenzó a tocar sus brazos, después su cuerpo y terminó en la cara. Al acabar, dijo:


-¿Quién es el que ha venido a ayudarnos?-


-Aery Giol. -


-Tu nombre no me suena, ¿de dónde provienes?-


-Me gustaría, si me da usted el placer, de mantenerlo en secreto.


El rey se quedó en silencio durante unos segundos. -


-De acuerdo. Podrás vivir aquí mientras cumplas tu trabajo, ya que cuantos más bandidos invaden Ewal, mi corazón se debilita más y más. -


-¿A qué se debe?-


-Nosotros, la familia real Qel hemos vivido siempre en Ewal, lo sentimos en nuestro cuerpo. Así que si Ewal sufre, el rey también sufrirá- hizo una pausa y después dijo -Fer, acompaña a Aery a su nueva habitación.


La dama, de nombre Fer asentó y hizo una reverencia para despedirse. Los mismo hizo Aery. Salieron de la habitación, pero en vez de entrar otra vez en el pasillo oscuro, esta vez fueron por uno más iluminado y por el que iba más gente. Criados con rostros preocupados recorrían los pasillos por la salud de su señor. Aery se dio cuenta de que la mayoría de los criados no tenían los ojos azules, lo que le extrañó mucho, ya que todos los que vivían en Ewal tenían los ojos azules lo que indicaba su origen. Se mantuvo callado, pero Fer es la que habló y preguntó:


-Ahora que me doy cuenta, tus ojos son muy extraños. He visto ojos de todo tipo de color por aliados que vienen a ver al rey que vienen de reinos lejanos, pero nunca he visto unos ojos como los tuyos.


- Sabía que ese momento llegaría, pero no quería dar explicaciones.


Soltó un leve suspiro y dijo:


-Provengo de un reino muy lejano... Por cierto, usted tiene los ojos azules como el mar, como lo deben de tener los hijos del rey. ¿Acaso usted es pariente del rey?- Fer agitó su cabeza con elegancia en señal de asentimiento.


Tras esa pequeña conversación siguieron caminando por innumerables pasillos que dejaban cada vez más perplejo al joven extranjero. Entonces, cuando Aery pensaba que acabaría su vida andando, la joven dama le indicó que ya faltaba menos. Llegaron a una puerta como todas las demás, Fer se colocó delante de Aery y giró el pomo de dicha puerta. El interior sorprendió a Aery, él que se conformaba con poco, tenía delante suya una gran habitación para él solo. La chica entró primero para mostrarle todo, el joven se quedó en la entrada con la boca abierta.
-¿Vais a entrar?


-Si si.


Fer le enseñó todas las cosas, los horarios de la comida y demás cosas. De repente, alguien de entre las cortinas apareció. Asustó a Fer y confundió a Aery. Un bandido. El bandido estaba encapuchado, no quería ser reconocido. Con una pequeña daga amenazaba al joven y la dama. Fer mantenía su cara asustada, en cambio Aery estaba tranquilo. El bandido se dio cuenta y con unos pasos bastante rápidos, agarró a Fer del cuello y colocó la daga cerca de su cuello. Una señal de amenaza. Aery sonríe. No esperaba encontrarse con un bandido tan rápido, pero más le valía a él calentar. Se colocó en una posición que Fer no conseguía reconocer. Con su mirada violeta puesta en el bandido, dijo:


-Todos vosotros sois de la misma calaña.


Aquella frase hizo que el bandido se enfadase aún más. Aery aprovechó esos segundos de distracción por el enfado. Con unos movimientos elegantes, pero rápidos a la vez, se acercó al bandido. Le golpeó suavemente en la cabeza. En un principio, parecía que no le había hecho nada, pero entonces soltó a la joven dama y cayó al suelo inconsciente. Fer no entendía nada de lo que había ocurrido, al levantarse y observar a su salvador, sentía miedo de él. Desprendía un aura maligna, pero a la vez segura y vital. Tenía miedo de preguntar, pero entonces él dijo:


-¿Se encuentra bien?


-Si...- después miró al bandido.


-Tranquila, solamente le he dejado inconsciente.


-¿Cómo lo has hecho?


-Digamos que me guardo trucos dentro de la capucha- respondió con una sonrisa.
La dama sólo supo asentir. Estaba confusa por lo ocurrido. De repente, se dio cuenta de una cosa muy curiosa. ¿Por qué le latía con tanta fuerza su corazón? Cada latido estaba lleno de un profundo sentimiento que ella no había tenido en mucho tiempo. Miró de nuevo al joven y su corazón gritaba de alegría. ¿Acaso era ese sentimiento amor? Fer se ruborizó, sonrojando. Terminó de levantarse y corrió fuera de aquella habitación. Cerró la puerta fuertemente, dejando al joven que reposaba dentro, muy confundido. Fer se apoyó en la puerta y se tocó la parte de la cual venían los latidos. Amor... Varios pensamientos y recuerdos pasaban por su mente. Hacía mucho tiempo que no sentía este sentimiento, no desde que aquel caballero se marchó.


Aery soltó un suspiro, Fer se había ido de la habitación que le había ofrecido sin decir nada. Miró la habitación de nuevo, sonrió y dijo:


-Esto no es para mí. -


Giró la cabeza para vigilar que nadie iba a entrar y después corrió fugazmente hacia la ventana. La abrió y descubrió que había un balcón. En el piso inferior, desde donde se alzaba la galería habían unos sacos y una carreta. Debía darse prisa apresurarse, ya que no aguantaba esa atmósfera tan adinerada. Respiró hondo y pegó un gran acrobático salto. Cayó desde uno de los torreones, el viento le golpeaba con fuerza y le arrancó la capucha. Mostraba sus azules cabellos liberados y subidos por la fuerza del aire. Sus ojos violeta observaban el mercado que se organizaba en el castillo, era precioso desde aquellas vistas. Aery se dio cuenta de que ya estaba llegando a su parada. Se encogió, agarrando sus rodillas y cayó de golpe a los sacos amontonados. Se había dañado, pero después de observarse el cuerpo y comprobar que no se había hecho ninguna lesión seria, se levantó y bajó de la carreta. Se quitó trozos de paja, al parecer era el contenido de aquellos sacos que se encontraban dentro de la carreta.


Recorrió todo el mercado, necesitaba encontrar a su equino compañero. Iba corriendo hacia él. El caballo al verle, relinchó feliz. Tras acariciarle un poco el pelo le dijo:


-Antares, toca trabajar... -


Subió con elegancia a su caballo y volvió a ponerse la capucha de su túnica. El caballo comenzó a galopar y desaparecieron del castillo real. El joven muchacho paró durante unos segundos para observar el castillo, no lo iba a abandonar, lo primero era acabar con los bandidos. En un ventanal de un torreón del castillo observaba una joven dama el galopar del caballo de aquel joven. Su corazón palidecía, se había ido. Le conocía por tan solo un momento, pero aquel momento fue propicio para su vida. La joven intentaba no llorar, esperanzada de que lo volvería a ver. Ya que si el destino los había unido, ¿por qué no los volvería a unir? Cerró las cortinas rojas para tapar la imagen del chico que se iba, para cumplir su cometido. Aery tenía la sensación de que estaba abandonando a alguien. No sabía muy bien la razón, pero su corazón volvió a latir con fuerza tras salvar a la joven dama de nombre Fer. Por una parte se sentía culpable, pero por otra sentía que no estaban hechos el uno para el otro. Ella era pariente del rey de Ewal, mientras que él era un extranjero del que nadie sabía nada. Aery bajó la cabeza. Ya no iba a dar la vuelta atrás, se lo prometió a sí mismo. Su mirada penetrante era la vez segura. El caballo aumentó su marcha. Aery ya sabía a donde se dirigía, la frontera del norte de Ewal.
----------------------------------------------------------------------
XDD

Un principio y un final un poco raro, ¿no creeis?

Espero que continueis leyendo =3

No hay comentarios: