lunes, 28 de septiembre de 2009

Cumple de Alen...

El pasado sábado, nuestro gran amigo Alen decidió celebrar su cumpleaños en su gran mansión (Alen: no te pases Nuria ¬¬) Jugamos al billar, se conectaron al tuenti, escuché música pija, jugamos al billar, cenamos del chino, cenaron pizza... Una buena tarde aunque nos pasáramos 2 horas para poder entrar a su casa (nos tuvimos que colar ^^ Alen: no te pases ¬¬)

Aquí os dejo con un vídeo (la que grita al final soy yo ^^)



viernes, 25 de septiembre de 2009

Historias de Ewal- La salvación y la reina


Otro capítulo más de Historias de Ewal! (Con esto celebro las 100 entradas que llevo en este blog *O*) Qué decir, que falta poco para el final para nuestro joven héroe, pero también he de decir que aún le esperan conflictos que resolver!

Como puse en FanFic, la escena de la coronación es la primera que escribo, así que si no os gusta comprendedme =D


Desde la desaparición de mi aldea, he podido considerarme como un ser solitario. No me gustaba estar con gente, me hacía recordar tiempos pasados. La única compañía que aceptaba era la de Antares, mi caballo. Siempre había estado desde pequeño conmigo, por eso le guardo un gran cariño. Huí de las Tierras del Norte y me adentré en Ewal para poder buscar al asesino de mi pueblo. Cuando me alojé en casa de una anciana muy amable, escuché la propuesta del rey para acabar con los bandidos. Me pareció una magnífica idea para comenzar mi búsqueda, ya que no conocía Ewal y estaba perdido.
Ahí fue donde comenzó todo, con esos ojos azules y esa cabellera de oro, ella abrió de nuevo mi corazón. No la conocía de nada, solamente la salvé por un impulso extraño, pero ese recuerdo quedó grabado en mí. Ahora ella seguramente está corriendo peligro por culpa de los bandidos.
No pude protegerla. Aunque haya vencido físicamente a Vam, él me ha derrotado mentalmente. Me ha dejado en un estado lamentable y aquí estoy, en la más completa oscuridad. Ahora sí que puedo decir que estoy solo. Cuando no tienes ni una luz en la que apoyarte, te sientes mal.
Todo el cuerpo me duele, ya no sé donde está mi cabeza, ni mi cuerpo, ni mis pies.
Oigo voces a mi alrededor, de mujeres que sufren por sus maridos muertos, de niños que lloran la muerte de sus mascotas; de Fer que está callada delante de mí sin poder creerse que esté muerto. Me gustaría levantarme y decirle cuanto lo siento, deseaba protegerla. Deseaba tenerla en mis brazos para que no corriera más peligro, pero ya es demasiado tarde. ¿O tal vez no?
Cuando no hay luz, te sientes solo; pero ahora delante mía veo una luz tan pura que aparta toda la oscuridad que me envolvía. Oigo la voz de ella, me está llamando. Es esa luz. Es esa luz que aparta toda oscuridad. Alzo mi brazo hacia aquella luz, quiero atraparla y salir de esta nada. ¿Y si ella fuese la salvación de Ewal?
Fer llevó el cuerpo herido de Aery a una habitación especial donde le pudiesen curar, aunque tuviese otros compromisos, la reina se quedó a su lado todo el tiempo en el que estuvo inconsciente. Algunas veces le contaba cosas de su vida en voz baja, otras veces en cambio le daba ánimos para que siguiese adelante y cuando al noche caía dormía encima de él. Quería ver de nuevo aquellos ojos violeta que le cautivaron. Por esa razón, decidió atrasar el entierro de su tío.
Sus sirvientes se preguntaban entre ellos por qué tanta preocupación por un extraño. Enseguida entendieron que era lo que ocurría, y pusieron todo su empeño en ayudar a su querida reina. Cada hora, iban a cambiarle los vendajes para que no se infectasen las heridas y cada dos horas iban a cambiarle un paño que le habían puesto en la frente para que le bajase la fiebre.
Fer susurraba el nombre de Aery a su oído. Quería que despertase, y entonces algo milagroso ocurrió. Lentamente y con mucho esfuerzo, el joven iba abriendo los ojos. La reina se estaba quedando anonadada, no se lo podía creer. Al fin había despertado. Sin pensárselo dos veces, lo abrazó fuertemente. El chico estaba confuso, no sabía donde estaba, pero reconoció a la chica que le estaba abrazando. Era aquella dama que le daba la luz para salir de la oscuridad... Él le correspondió el abrazo. Después se separaron, desde hacía mucho tiempo, Fer era tremendamente feliz. Su pelo azul brillante y sus ojos olor tulipán, los estaba viendo de nuevo.
Por otro lado, el joven no comprendía como había podido llegar hasta ahí. Entonces se le ocurrió una explicación, Antares, en su empeño por salvar a su amo. Tenía ganas de verle y agradecérselo. Pero ahora, quería estar con la chica que más apreciaba en este mundo. Su corazón se agitaba de emoción y alegría. Cerró los ojos y acercó poco a poco su cara hacia la de ella. Ella no dijo nada, también cerró los ojos y dejó que el chico se acercara a ella. Los dos podía oler el aliento del otro, como la mejor fragancia que se hubiese hecho, la respiraban con ahínco. Sus labios estaban a punto de tocarse y expresar lo que sentían en el uno por el otro, cuando de repente Loaw entró en la habitación, interrumpiendo la mágica escena.
-Señora, los preparativos están... Oh, ha despertado.
Los dos se alejaron, apartaron sus caras ruborizados. Fer miró a la chica y le dijo:
-¿Qué ocurre con los preparativos?
Loaw tosió levemente, y tras hacer una reverencia explicó:
-Quiero decir que los preparativos para el entierro de su tío están preparados, y lo mismo ocurre con los preparativos de su coronación.
Al escuchar esas palabras, Aery observó atónito a Fer. Habían ocurrido demasiadas cosas en su viaje. Por lo que daba a entender la sirvienta era que el rey de Ewal había muerto, y que ahora la reina era Fer. Se mordió la comisura del labio, ¿y si el rey de Ewal había muerto por culpa de los bandidos? Apretó sus puños, ahora Fer corría más peligro que nunca.
Tras retirarse Loaw, dejando de nuevo a solas a Aery y a Fer, la nueva reina observó la reacción del muchacho. Le agarró suavemente con sus finas manos la muñeca derecha vendada, el joven aflojó sus puños. De nuevo se volvieron a mirar a los ojos. No sabían que decirse.
-Es decir que... Don Qel ha muerto.
-Si, por culpa de su enfermedad- dijo tristemente Fer.
Aery dejó pasar un suspiro, ahora estaba más tranquilo. No había sido por culpa de los bandidos. Aún así no había que bajar la guardia, habían muchos peligros fuera de este castillo.
-Además...
El chico volvió a mirar a la joven dama.
-¿Además qué?
Parecía avergonzada, y él no quería forzarla a decirlo si ella no quería.
-Me gustaría que te quedases hasta el momento de la coronación, y que también asistieses al entierro de mi tío. Es muy importante para mí. Sé que tienes mucho por hacer aún, pero solamente te lo pido...
-Me quedaré, pero en cuanto vea que puedo moverme con libertad porque las heridas se me han curado, me iré.
En Daoquil habían llegado las temporadas de lluvia, y todos los habitantes se preparaban para la lluvia de aquel día. El cielo estaba nublado y ningún rayo de Sol traspasaban las nubes. Yuipte se tiró a la hierba del jardín de Verne, había hecho una increíble mejora en su jardín. Ahora parecía más alegre incluso. Con las mangas de su camisa, se limpió el sudor de la frente. La adivina le había estado observando desde el día que comenzó, había trabajado duro, se merecía un premio. No sabía que hacerle, nunca había hecho un regalo. Sabía lo que le depararía el futuro, y no era muy agradable. Salió de su casa a tientas, y le dijo a Yuipte:
-Gracias Yuipte, han quedado muy bonitas las flores que has puesto.
El joven se quedó algo confundido. Creía que era ciega la adivina, de repente Verne se toca la nariz, indicándole que olía las flores que había puesto. Un trueno estalló en medio del cielo, Yuipte se asustó por unos momentos.
-Tranquilo, suele pasar, es para anunciarnos las lluvias.
La chica dejó pasar a Yuipte dentro de su casa y cerró la puerta con todos sus cierres. El hogar se quedó a oscuras. De nuevo, los relámpagos y los truenos hicieron del chico un ser vulnerable. No le gustaba aquel clima, estaba acostumbrado al de su hogar. Cálido, con mucha luz y con pocas lluvias regulares.
Comenzó a caer agua del cielo, para algunos la lluvia era símbolo de que el mundo estaba triste, para otros en cambio significaba que quería saciar de sed a todos los seres vivientes. Para Yuipte la lluvia era algo que necesitaban las plantas y los ríos. Las gotas iban empañando los cristales de la casa. El joven observaba medio adormilado por el cansancio la ventana, al final quedó dormido. Verne notó el ambiente muy calmado, se dirigió hacia la ventana y sintió a Yuipte. Le tocó el hombro para saber si estaba despierto, sonrió. Cogió una manta de lana y le tapó con ella.
-Descansa ahora que puedes...
Al decir eso, la mano de Verne tembló, un escalofrío recorrió su espalda. Ewal estaba pasando por una época de cambio y ni su poder de clarividencia podría saber si iba a ser bueno o malo ese cambio.
En el castillo de Ewal habían muchas salas y habitaciones, pero una de las más impresionantes era la sala del trono. Aery solamente había estado ahí una vez y no había captado todo su esplendor. Ahora con gente y soldados a su alrededor hacía de la sala poderosa. Del techo colgaban lámparas de gran tamaño, y entre ellas las unía un lazo rojo sangre. El rojo era el color de la corona, significaba valor. Las puertas de la sala estaban abiertas, y los habitantes de Ewal iban entrando. Cuando alguien importante entraba, uno de los soldados que Aery había descubierto que se llamaba Haijol, anunciaba su llegada en voz alta.
El muchacho estaba cabizbajo, el día anterior fue el entierro del anterior rey de Ewal. Aunque no lo hubiese conocido muy a fondo, sabía que fue un hombre honesto y un buen rey.
El muchacho aún no había visto a Fer, estaba dentro de una habitación contigua a aquélla. No debía de salir de allí hasta que no sonasen las flautas que anunciaban el comienzo de la coronación. Aery debía de tener cuidado con su comportamiento, aunque estuviese ataviado con ropas de noble, aún tenía esos modales que ningún noble tendría. Se encontraba sentado en primera fila, en una silla de madera. A su lado aún no se había sentado nadie, esperaba que fuese algún vasallo o algún soldado que conociese, porque sino se sentiría bastante solo. En esos momentos echaba de menos a Antares.
Observaba a su alrededor como algunos pueblerinos se encontraban con viejos conocidos y se saludaban y se sentaban juntos. Comenzaban a hablar de recuerdos lejanos y se contaban cosas que les habían ocurrido, algunas tristes y otras alegres.
-Si, mi quinto hijo ha nacido- escuchó Aery a un hombre.
-¿El quinto? Eres alucinante...- le respondió el amigo.
El murmullo era inquietante, pero el muchacho estaba relajado metido en sus pensamiento. Se toqueteaba los dedos nerviosamente esperando al sonido de las flautas. De repente escuchó una voz tímida que le había dicho una cosa que él no había alcanzado a oír:
-Umm, ¿disculpa?- dijo la voz desconocida.
-Eh, si si, perdona estaba distraído.
Al girar su cabeza hacia el origen de la voz, descubre que es Loaw, la chica que se había encargado de sus heridas mientras estaba inconsciente. Intenta sonreírle de la manera más verdadera, y ella le correspondió.
-¿Le importa si me siento aquí?
-No no, que va- dijo señalando su asiento libre.
Loaw hizo una reverencia y se sienta a su lado. Parecía nerviosa, algo que el joven nunca llegaría a entender. Los dos miraban a lados opuestos tímidos por no saber que decir. Entonces, la chica saltó con un tema.
-¿Qué tal llevas las heridas?
-Mejor... Aún no me puedo mover con la misma agilidad que antes, pero pronto seguramente...- no parecía estar muy seguro, pero debería creer en las pequeñas esperanzas que tenía.
-Perdona por la pregunta, pero... ¿De qué os conocéis Fer y tú?
-De hace unas semanas, cuando vine aquí por primera vez. Me ofrecí voluntario a enfrentarme a todos los bandidos que estaban ocupando Ewal, sí, yo solo. A la primera sala a la que entré fue a ésta, y después ella apareció como un pájaro caído del cielo, con sus cabellos dorados y su sonrisa. Me llevó ante el rey y le comenté lo que quería hacer. Después Fer quería enseñarme mis aposentos, cuando un bandido que había conseguido meterse aquí nos atacó. Yo la defendí y la rescaté de sus garras. Partí hacia el norte de Ewal y desde entonces no la había vuelto a ver.
En los siguientes momento, Aery le siguió contando a Loaw las aventuras que había estado viviendo por el reino. No le interrumpía, le escuchaba muy interesada. Cuando acabó, la joven se quedó anonadada con todo lo que había vivido el chico y aún estaba vivo. Después soltó una risita picarona y dijo:
-Con razón le gusta a la reina...
-¿Qué?
De repente, las flautas comenzaron a sonar y el murmullo que había en la sala del trono desapareció. Todos se levantaron y colocaron su mano derecha en el corazón, Aery tuvo que hacer lo mismo, debía de seguir las tradiciones. Entonces, por la puerta por la cual habían entrado todos los habitantes de Ewal y sus nobles, entró la próxima reina. Aquella acción significaba que la reina era igual a todos sus súbditos. Un acto muy noble.
Llevaba un largo vestido blanco, era muy ajustado, lo que hacía marcar todas sus partes femeninas. El vestido tenía la manga derecha larga y la otra en cambio, era en forma tirante. El cuello del vestido era muy simple, de la parte de atrás caía una especie de capa corta que le llegaba por la cintura. El pelo lo tenía recogido en una extraña coleta, la forma de la coleta le hizo recordar a Aery el movimiento de una serpiente en posición de ataque. El maquillaje de su cara era blanco como el vestido, hacía relucir sus ojos azules aún más. Todos los presentes se quedaron cautivados por la belleza de la reina, era el ser más hermoso de Ewal
Iba a paso lento, con la mirada al frente, serena. Cuando llegó al asiento del trono, todos se sentaron. Ella tomó asiento y de entre el público apareció el soldado Haijol. Iba caminando recto, alzando la cabeza con orgullo. Llegó a trono, se arrodilló ante Fer y comenzó a leer el juramente que debía hacer la reina. Tras aceptarlas todas, dos chicos muy alegres llevaban entre sus manos una corona transparente, de un material que Aery no supo identificar. Se la entregaron al soldado y éste se la colocó en la cabeza a la reina.
-He aquí, a la nueva reina de Ewal.
La gente comenzó a aplaudir con mucha alegría, algunos incluso vitoreaban. Aery en cambio se encontraba sentado, aplaudiendo débilmente, ya que no podía dejar de mirar a Fer. Tenía luz propia.
Fer se levantó de su asiento, con las manos dio a entender que podían dejar de aplaudir y sentarse. El silencio reinó en la sala esperando a las palabras de la reina. Ella cerró los ojos por un momento y después dijo:
-Sé que Ewal está pasando una época dura por culpa de los bandidos extranjeros, pero yo, igual que mi tío, prometo poner todo lo que esté bajo mi poder para conseguir expulsar a todos los bandidos que nos están causando tanto daño. No tenemos un ejército muy numeroso, pero sí poderoso. No quiero entrar en guerra con ellos, pero cuanto más empeño pongamos, seguro que podremos derrotarlos y que la prosperidad llegue de nuevo a Ewal.
Aery bajó la cabeza, lo había decidido, por ella y por todo su reino, iba a encontrar al jefe de los bandidos. Había descubierto su punto débil, creía que trabajaban por separado, pero en verdad trabajan como uno solo, es decir, tenían a alguien que los dirigía. Si encontraba al jefe y lo mataba, los bandidos se desmoronarían y huirán al lugar del cual proceden. Un sentimiento y un recuerdo le invadió su cuerpo, las palabras de Vam. ¿Y si su padre era en verdad el jefe? Apretó los puños y pensó:
“Es imposible”.
Hacía frío, aún así el chico de cabellos azules quería ir de excursión en medio de la nieve. Agarraba fuertemente la mano de su padre, y lo llevó a un lugar donde se observaban las estrellas perfectamente. Aery se fijó en una en concreto, era espectacular y tenía una luz que ninguna de ellas tenía. Alzó su brazo señalándola y dijo:
-Papá, ¿cómo se llama esa estrella?
-Sirio, tiene una luz muy bonita, ¿verdad?- el chico asintió- Es como si iluminara nuestra oscuridad...

-Fer es como el Sirio de Ewal, o algo más...

martes, 22 de septiembre de 2009

Satisfecha




En estos momentos, me siento satisfecha de mí misma. Acabo de terminar los deberes y me he sentado para pasar toda la tarde delante del ordenador. (Qué se le va a hacer, es que yo con los deberes ya estudio). Pero aparte de éso me siento satisfecha porque:


-Mis temores de que me tocara sola en clase se han disipado al saber con quien voy en cada clase, menos en Tecnología, no tengo ningún problema =D


-Ahora mismo me encuentro enviándome mensajes privados con una amiga que había dado por perdida (en el sentido del que ya no me hablaba con ella por razones que ni ella ni yo conocemos).


-En Carmen hay bastante actividad aunque hayamos comenzado el instituto.


-Acabo de abrir mi propio foro de rol y me siento orgullosa de él, la idea es buena, solo falta un poco más de gente (para los interesados... http://theneworld.foroes.net/)


-Ya llevo más de 50000 palabras en Historias de Ewal *O*


-Mi profesor de Valenciano (el del año pasado) al cual le dejé el one-shot de Rosas y Tulipanes, le gustó tanto mi historia que se la dejó a un amigo suyo de la universidad y le dijo que tenía futuro como escritora =D


-Ya faltan solo 11 días para que me vaya a Valencia y cumplir uno de mis sueños (ir allí con un cosplay).


-Parece que los problemas en el grupo han ido decreciendo y ahora hay buen rollo.


-Sato parece más animada (o eso espero ¬¬)


Y creo que por más cosas pero ahora no sabría decirlas xD


Qué decir, esta entrada será un poco aburrida para vosotros pero para mí es muy importante escribirla, porque ahora estoy de buen humor (aunque en clase estuviera medio deprimida-medio durmiendo).


Nos leemos!

sábado, 19 de septiembre de 2009

Fallas en Elda

En un principio iba a ser Adolescentes Vidas Salvajes en Fallas, pero se me olvidó decirlo xD Aún así es un cap especial de Adolescentes...

Qué decir... Las fallas de aquí no son tan alucinantes como las de Alicante o Valencia, pero al menos te lo pasas bien mirándolas (atención, no sale ninguna en el vídeo xD)

AVISO: ESTE VÍDEO PUEDE AFECTAR A VUESTRO RAZONAMIENTO


Para vuestra información, NADIE SE TOMÓ NADA EN ESTE VÍDEO (tal vez Natalia un poco de Coca-Cola)

jueves, 17 de septiembre de 2009

Historias de Ewal- La historia del castillo


Una vez más, al no saber que actualizar (vaya se puso a llover) os dejo con la Historia 4 de Ewal ^^ Espero que estéis disfrutando de este mundo de fantasía creada por la servidora XDD


Por el norte de Ewal, donde hacía un poco más de frío; no había ningún reino que hiciese frontera con Ewal, eran tierras heladas que estaban deshabitadas o al menos eso se creía. Algunos los llamaban las tierras heladas, otros las tierras del norte, pero su nombre oficial eran las Tierras Prohibidas del Norte. Tenía ese nombre porque se tenía prohibido entrar ahí, ya que podrías perder la vida o perderte y perderla igualmente. Aún así, lo que muchos no sabían, es que habían personas viviendo allí en pequeños poblados. Tenían dificultades para sobrevivir, pero las superan como pueden.
Todo era blancura allí, entonces ¿por qué había fuego? Uno de los pequeños pueblos que se encontraba en aquellas tierras, se estaba incendiando. Caía nieve y junto al viento fuerte, originaba una tormenta de viento. Los poderes de la naturaleza no podían apagar aquel fuego, alguien debía controlarlo. A lo lejos, se ve como una única silueta se aleja a paso lento.
Un niño sintió el calor de algo. Abrió los ojos y lo que se encontró era algo horrible, su poblado, donde se había criado. Se estaba destruyendo. Le dolía la cabeza, había sufrido un golpe en ella antes. De repente recordó la imagen de los habitantes manchados de sangre y muertos. Se dio la vuelta, intentando desesperadamente buscar ayuda. En aquellas tierras era imposible encontrar a alguien. Sus ojos se fijaron en una mancha negra que se movía. Intuía que era una persona. Comenzó a gritar, a pedir ayuda, pero aquella silueta no se giraba ni se interesaba. El chico cayó llorando a la nieve. Sus lágrimas hacían deshacer un poco la nieve. Se miró las manos y después murmuró:
-Si tan solo hubiese sido más fuerte. ¿Por qué? ¡Papá!
Soltó un grito de desesperación, que hizo ahuyentar a los animales más cercanos a ese lugar. El fuerte viento tumbó al joven, y con nieve comenzó a taparlo. Poco a poco se dejaba de ver su pelo azul brillante.
Aery abrió los ojos. Respiraba irregularmente, sudor recorría su cara. Se levantó de la hierba en la cual se había tumbado antes. Antares notó que su dueño estaba raro y fue hacia él para animarle. El chico de cabellos azules le acarició el cuello, comprendía a su amigo, pero debía llegar al castillo antes de que volviese a anochecer. Había vuelto a tener otra pesadilla, y cada vez con más sentido. Temía que por su culpa, la bella dama Fer Qel muriese.
Se tocó la parte en donde se encontraría el corazón. No podía dejar que ocurriese. Miró a sus espaldas. Allá, a la lejanía, se encontraría Yuipte viviendo con Verne en Daoquil. Había hecho bien en dejarlo ahí. Cogió un poco de comida que guardaba en su bolsa, tras comérselo, montó en Antares y siguió con su camino.
En el pueblo de Daoquil, un joven de cabellos castaños también se despertaba e iba a comenzar un nuevo día. Se levantó de la cama y se dirigió hacia la cocina. Era acogedora, como toda la casa en sí. Una joven de largos cabellos verdes le esperaba en la mesa. Tenía un cuenco pequeño de madera en sus manos. El desayuno estaba listo. Yuipte soltó un suspiro, aún no se acababa de acostumbrar a vivir con Verne. No era por su extraña personalidad, era porque echaba de menos la compañía de Aery y de Antares. Tomó asiento delante de ella. La chica giró su cabeza hacia él.
-¿Qué tal el sueño?
Yuipte la miró extrañado.
-No sé porque me preguntas, eres adivina.
-Eso era lo que me preguntaba mi madre cada vez que me levantaba. Además, prefiero que me lo cuentes tú.
El chico se sonrojó. Quería saber lo que le había parecido su sueño. Tal vez si que se estuviese acostumbrando a Verne y a sus palabras con doble sentido.
-Soñaba que estaba suspenso en el aire, en cierto modo en el aire no, en la nada. Todo estaba blanco y tenía miedo. Tenía miedo de que no hubiese nadie aparte de yo. De repente, aparece mi familia. Van hacia mí desde lo lejos, entonces desaparecen. Después aparece Aery, me ofrece su manos y le agarro. Me susurra algo al oído que no consigo oír. También desaparece, todos me dejaban solo. La nada comienza a desaparecer, y me encuentro en un verde prado, lleno de flores. Podía captar cada uno de los olores de las flores, era tan real. Estaba tan relajado...
Verne tenía los brazos cruzados, y tenía una expresión de interés. Al terminar de contar su sueño, Yuipte se tomó de un trago su leche y se levantó. Sabía lo que significaba su sueño, en parte. Salió fuera de la casa, sin decirle nada a Verne. Paró en su jardín. No estaba nada cuidado. Quería alegrar esa casa, ya que sabía tanto de jardinería, iba a ponerlo en práctica. Ese sueño le decía que aunque la gente le dejase solo, debía ayudar a los de su alrededor. Se arremangó un poco y comenzó a arrancar malas hierbas. La adivina le observó desde la puerta aún con los brazos cruzados. No podía ver lo que hacía Yuipte, pero notaba que era algo bueno. Entró a la casa.
-Algún día escucharás las palabras de Aery...
Al chico nombrado le pitaron los oídos, pero no debía hacerles caso. Ahora estaba en un verdadero problema. Se apoyó en el suelo con su mano derecha ensangrentada. Delante suya, un caballero con su reluciente armadura y cara de pocos amigos. No tenía ningún rasguño, todo lo contrario que Aery. No podía levantarse, sus piernas le flaqueaban.
-Tú eres... el de la otra vez... en el incendio- consiguió decir Aery.
El caballero le miró y sonrió:
-¿Ahora te acuerdas de mí?
El chico no respondió, solamente respiraba con irregularidad. Le había ocurrido lo mismo que aquélla vez, no era lo suficiente poderoso. Apretó su puño de la rabia que sentía en su interior. Aún cuando había estado entrenando tan duramente, no conseguía vencer ni a ese desconocido. Escupió sangre y le preguntó:
-¿Qué es lo que quieres de mí?
-Lo mismo que en nuestro último encuentro. Tu padre te está buscando.
Aery apretó más fuerte sus puños, golpeó el suelo y gritó:
-¡¿Qué tiene que ver mi padre con los bandidos?!
El hombre apartó la mirada y comenzó a observar el cielo.
-En cierto modo, tiene que ver con todo.
El chico se quedó paralizado, no sabía que decir, que responder. Por su cabeza pasaban miles de imágenes. No entendía aquella situación. Miró al suelo, el caballero observó su reacción. Sonrió, caminó y pisó fuertemente la mano derecha de Aery. El joven sintió un intenso dolor en su mano, se intentaba controlar y no gritar. El caballero se agachó hasta poder mirar fijamente a los ojos de Aery a la misma altura. Sus ojos miel chocaban con los ojos violeta de Aery.
-Yo, Vam Kurt, como orgulloso caballero bandido nunca miento.
Aery seguía sin poder creérselo. ¿Acaso significaba que su padre era el jefe de los bandidos? Esos pensamiento y muchos más le apartaron del dolor que estaba sintiendo en ese momento.
-¿Qué es lo que quiere mi padre de mí, entonces?
Vam dejó escapar una sonrisa. Esa pregunta le hacía entender a él que aquel chico aceptaba la realidad en la que estaba viviendo. Se levantó, no sin quitar su pie de encima de la mano de Aery.
-Seguramente una tranquila conversación entre padre e hijo, tengo entendido que no os veis desde hace bastante tiempo. Creo que desde que él incendió tu poblado y mató a todos sus habitantes.
El joven muchacho cada vez se quedaba más asombrado, pero a la vez se encontraba furioso. Era imposible que su padre hubiese matado a todo su poblado aquella noche nevada. Con su otra mano libre le agarró del tobillo con el cual le aplastaba la mano. Apretó con todas las fuerzas que le quedaban en esa mano. Eso no lo toleraba, no podía ser que su padre hubiese hecho aquello. Cuando desapareció de aquel lugar dejando a Aery solo a su suerte, el chico lo maldijo tantas veces como pudo. Después de un tiempo, su odio hacia aquel hombre se fue disipando hasta no quedar rastro de él. Ahora, aquel bandido le estaba diciendo que su padre era el asesino que estaba buscando. Quería creer que todo era una pesadilla.
-¡Mi padre no puede ser un asesino!- gritó.
Al decir eso, su fuerza aumentó de golpe. Apretó más fuerte el tobillo de Vam. Éste sintió un dolor increíble y levantó el pie dejando libre a Aery. Se levantó como pudo. El aire comenzaba a cubrir su cuerpo. El caballero observaba aquella escena. Había oído hablar de ese poder, pero también había oído que era imposible de controlar. El chico dio un paso para atrás y comenzó a correr hacia Vam. Cerró su mano y lo convirtió en un puño. Un momento de tensión. El aire cada vez se concentraba en el cuerpo de Aery, tanto, que el viento que se movía hacía daño. Un momento de dolor. El puño del chico chocó con el estómago del bandido. Todo el aire que rodeaba al muchacho se traspasó por su brazo y llegó al cuerpo de Vam.
El hombre cayó lentamente al suelo, todo a su alrededor se movía a cámara lenta. Antes de cerrar por completo los ojos, pudo leer las palabras del primogénito de su jefe. Escupió sangre, eso nunca ocurriría.
-¡Los bandidos destruirán Ewal!
Fer abrió la puerta. Era elegante y de color rosa con flores, como a ella le gustaba. Al entrar, se encontró con un olor dulce. Las paredes eran rosas, como la puerta. Era una habitación pequeña, aún así era acogedora. Un lavadero de manos y una bañera, era el mobiliario de la sala. La sobrina del rey fue hacia la bañera, que estaba llena de agua, y la tocó suavemente. Estaba en la temperatura correcta. Se retiró el albornoz de seda que llevaba. Primero metió una pierna en la bañera y después el resto del cuerpo. Todo era muy relajante durante el baño. Cogió una pequeña esponja y se restregó sus brazos. En esos momentos, todos los pensamientos que la confundían, desaparecían con el agua.
Tras quitarse la suciedad de su cuerpo, inundó su cabeza en el agua. Cerró los ojos. En su mente, aparecían imágenes. El rey Qel estaba palideciendo, y ella no podía hacer nada. Todo aquéllo era por la maldición que soportaba aquel castillo. Veía a un Aery alejándose de ella, con la cabeza agachada. Lo sentía muy cerca de aquí. Durante unos instantes, vio a su marido muerto. Recordaba aquella escena, cuando trajeron su cuerpo al castillo. Su espalda estaba cubierta de flechas, había caído ante los bandidos. Entonces, la imagen de su ex-esposo cambia a la imagen de Aery tumbado bocabajo gravemente herido. Estaba luchando contra alguien, pero no contra la persona de sus sueños.
Abrió los ojos y salió del agua. Se abrazó a ella misma. Tenía miedo, cada vez que cerraba los ojos, solamente veía desgracias. Sus ojos comenzaron a expulsar lágrimas. Estaba confundida, no sabía que hacer.
Tras salir de la bañera, se puso de nuevo su albornoz. Andó tranquilamente por el pasillo, por el cual muchas doncellas y sirvientes caminaban con rapidez, llegó a su habitación y se puso su vestido. Había decidido ponerse un vestido largo y sencillo, era cómodo y con encajes muy bonitos. Aunque pareciese que estaba tranquila, por dentro estaban aquellos pensamientos y aquellas imágenes inolvidables.
Según la rutina, hoy le tocaba visitar de nuevo al rey, su tío. Cada vez estaba peor, si esto seguía así... Podría...
Abrió la portentosa puerta y caminó rápidamente hacia la cama del rey. Desplegó las cortinas que tapaban al anciano rey, hizo su reverencia y se quedó ahí sentada a su lado. El rey notó preocupada a su sobrina, tanteó para cogerle la mano y al final lo consiguió. Agarró su delicada mano y le preguntó:
-¿Te ocurre algo Fer?
La dama no quería decirle de sus miedos, pero nunca podría mentir al rey que tanto admiraba. Así que le dio un suave apretón en la mano y le dijo:
-Estoy preocupada por usted, mi señor.
-Oh... Fer... Eres tan amable...- comenzó a toser fuertemente, Fer se levantó asustada pero de repente paró- Tranquila, no llames a nadie. Antes de que caiga, yo...
-No, usted no va a morir.
-Si que voy a morir, aunque aquel joven intrépido consiga vencer a todos los bandidos que causan destrucción en Ewal, yo habré caído. Por eso debo contarte los orígenes de nuestro reino, ya que tú serás la nueva reina de Ewal.
Fer no se lo podía creer. Comenzó a temblar, ¿ella? ¿Reina de Ewal? Quería preguntarle el por qué Don Qel le había elegido a ella, y no a otro noble más cualificado para el cargo.
-Cuando los reinos que habitan nuestro mundo no existían, todo era uno. No había guerras, ni dolor, ni odio. Era un Ewal en grande. Los humanos aparecieron y se quedaron en aquellas preciosas tierras, y con los humanos, el dolor y el odio vinieron a esas tierras. Las guerras comenzaron y las tierras se separaron, Ewal fue el primer reino que delimitó sus fronteras. Creerás que fue gracias a la paz y al amor, pues no, el primer rey de Ewal fue un rey codicioso y malvado. Causaba destrucción a su alrededor, entonces un poder superior al rey, lo ató a esas tierras que estaba explotando. De ahí que yo esté aquí sufriendo por culpa de los bandidos.
-¿Ató su alma a estas tierras?
-Exactamente Fer, por eso sus descendientes sufrirían la maldición. Al paso de los años, el rey se volvió amable y honesto; pero ya era demasiado tarde para liberarse de la maldición, le acompañaría hasta la muerte. Yo nunca he tenido hijos, como bien sabes, porque no quiero que sufriesen lo mismo que yo. Por eso, le dejo Ewal a mi pariente más querido. Tú, Fer. Tú no sufrirás la maldición y ya eres bondadosa de corazón.
El agarre de la mano del rey se iba debilitando poco a poco. Fer se estaba asustando. Gritaba desesperada el nombre del rey, nunca lo había hecho, pero no quería que lo dejase. Cerró los ojos y dejó de respirar. La dama comenzó a llorar, finas lágrimas salían de sus cristalinos ojos. Llamó a una sirvienta comentándole la muerte del rey, quería hacerle un bonito entierro; se lo merecía. Muchos vasallos le preguntaban quien heredaría el cargo, Fer con la cabeza agachada respondía que el rey quería que fuese ella. Ninguno de ellos criticó su decisión, era la más inteligente. Todo el mundo adoraba a Fer, por eso se alegraban que el rey hubiese tomado esa decisión. Pero a la vez, todos estaban tristes, el entierro sería al día siguiente por la noche; en el día de la Luna.
Fer se encontraba en su habitación con un señor vestido de negro. Estaban decidiendo todo sobre el entierro del rey de Ewal. Todos podrían darle sus últimos pensamientos al rey, tanto como campesinos como nobles. Todos para ella eran iguales. Ya había enviado mensajeros por todos los pueblos de Ewal para anunciar la muerte de Don Qel, así que la ciudadela del castillo tendría bastantes visitas esa noche.
-Quiero lirios, eran sus flores favoritas- decidió Fer.
-Sí señora, lo que usted diga.
La dama, o más bien, reina aún no se había acostumbrado a su nuevo puesto. Todo le era muy raro. De repente, una sirvienta de cabellos cortos negros y ojos azules entra inesperadamente en la habitación donde se encontraba Fer y el señor. Estaba sudando y respirada entrecortadamente. La reina de Ewal se levantó preocupada, fue hacia la chica y le preguntó:
-¿Qué ocurre Loaw?
-S-señora, han encontrado a un herido a las puertas del castillo. Tiene el cabello azul y parece ser bastante joven. Sus heridas son bastante graves.
El corazón de la antigua dama comenzó a latir rápidamente. ¿Aery estaba aquí? Salió de la habitación disculpándose del organizador del entierro de su tío y acompaña a Loaw adonde habían dejado al muchacho. No entendía como es que había acabado herido, pero dentro de ella estaba rezando que no muriese. Al fin, cuando llegaron, Fer cayó al suelo, era la misma imagen. Aery se encontraba tumbado boca arriba en una camilla recién hecha de madera. Estaba sangrando por distintas partes del cuerpo, y respiraba lentamente y costosamente. Fer corrió hacia el cuerpo del joven, lo abrazó, manchándose su vestido de sangre.
-¿Aery?

domingo, 13 de septiembre de 2009

Esta canción se la dedico a todos mis amigos (tanto los de Internet como los de Elda), se la dedico a todos los que tienen problemas o los han tenido, y como siempre ha estado una persona (un amigo =D) para animarles y conseguir sacarles una sonrisa.

The Rembrandts- I'll be there for you
So no one told you life was gonna be this way
Your job's a joke, you're broke, your love life's DOA
It's like you're always stuck in second gear,
When it hasn't been your day, your week, your month,or even your year, but..
.I'll be there for you...
When the rain starts to pour
I'll be there for you...
Like I've been there before
I'll be there for you...
'Cause you're there for me too.
You're still in bed at ten, though work begins at eight,
You burned your breakfast, so far things are going great,
Your mother warned you there'd be days like these,
But she didn't tell youwhen the world was brought down to your kneesthat...
I'll be there for you...
When the rain starts to pour
I'll be there for you...
Like I've been there before
I'll be there for you..
.'Cause you're there for me too.
No one could ever know me.
No one could ever see me.
Seems your the only one who knows what it's like to be me
Someone to face the day with.
Make it through all the mess with.
Someone I'll always laugh with.
Even at my worst, I'm best with....you - yeah
It's like you're always stuck in second gear,
When it hasn't been your day, your week, your month,or even your year, but...
I'll be there for you...
When the rain starts to pourI'll be there for you...
Like I've been there before
I'll be there for you...
'Cause you're there for me too...
Aiss, y para mí, me dedico la canción Liquid de The Ramus (maldito Mario, por tu culpa ahora no la dejo de escuchar...).
Pues eso... Nos leemos en la próxima entrada!!!!

Una sonrisa hace más de lo que tú te crees...

jueves, 10 de septiembre de 2009

Otro favor cualquiera Parte 1

El protagonista es tipo detective como esta imagen, pero no tan viejo xD
Ayer me caí de culo por una "senda" que cogimos para poder ir al pueblo desde casa de Alen, menos mal que estaba Mario para ayudarme porque los demás pasando ¬¬ No hice ninguna foto porque no salí herida (todos: mierda!) así que os dejo con un one-shot que estaba esperando Letty (ésta va por ti).

He decidido hacerlo modo fic, pero que no llega a ser fic xDD No se si me he explicado pero bueno, en vez de capítulos serán partes. De momento llevo dos y aquí dejo la primera parte en la que presento dos protagonistas y la trama inicial. Espero que os guste ^^

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Estaba de vacaciones, y aún así vino aquel recado. ¿Es que los conocidos no sabían decir que estaba fuera? No, claro, ellos me recomiendan y me dan el doble de trabajo.
Estaba yo tan tranquilo en las costa de la Mancha, disfrutando de la belleza de la naturaleza, que en verdad es lo único que me aleja de mis pensamientos y recuerdos. Estábamos en pleno invierno, y en mi querida Inglaterra hace un frío de muertos. Monté en mi caballo y me dirigí deprisa a mi despacho. ¿Por qué? He ahí la pregunta. Ni yo mismo lo sabía en ese momento.
Llegué después de unas horas interminables a mi ciudad, Londrés, donde tenía mi despacho con todos mis anteriores casos. Observé que nada había cambiado, suspiré y me senté en mi asiento delante del escritorio bien recogido. Vaya, podría jurar que había presentido que alguien iba a venir aquí cuando me quedé embobado mirando las olas del mar. Me recosté un poco y descansé para recuperar horas de sueño.
Mi despacho era una habitación lo bastante amplia como para que 10 personas estuviesen ahí dentro y sin estar apretujadas. Habían tres estanterías de madera en la parte de la derecha, y en la parte izquierda estaba mi escritorio. Lo restante era poca cosa más, algo de comida y una ventana con unas vistas poco aceptables de lo que es Londrés hoy en día.
Estuve tres días haciendo el vago, ya que no llegaba el encargo que suponía que debía de llegar. Tenía los pies colocados delante de mi escritorio, cuando tocaron la puerta de mi despacho. Fui lanzado a abrir. Y lo que me encontré, fue... una gran sorpresa. Que os puedo decir.
Vestía ropas bastante pobres, pero por lo demás llamaba mucho la atención. Unas facciones preciosas, un pelo largo y liso como si hubiese sido tejido por los dioses griegos. Su vientre estaba muy plano, lo podía saber porque... digamos que no le faltaba ropa.
La dejé entrar, y al pasar por delante mía casi se me cae la baba. Menudo culito tenía. Seguro que trabajaba en “éso”. Tomó asiento, y yo también. Juntó sus labios casi en modo súplica y se acercó mucho a mí, tanto que su enorme escote me daba de lleno en la cara.
-Y-Yo no he contratado tus servicios, que recuerde...- dije confuso al tener delante de mis ojos aquellas magníficas vistas.
-Vengo porque una señora me ha pagado para que le dé ésto- dijo acercándose más a mí.
No podía aguantar más, dios, pero la duda me invadía y quería saber el nuevo trabajo que me encargarían.
Entonces, me cogió de la camisa y me metió un papel dentro, después me besó intensamente jugueteando con mi lengua. Se marchó sin decir nada. Suspiré y respiré hondo.
-Menuda mujer- solté.
Me acordé del papel y lo saqué de dentro de mi camisa. Lo abrí enseguida, con una curiosidad que no podía contener más. La letra de la carta era fina, pulcra, de noble seguro.
“Señor Dark,
He oído de conocidos míos que usted es el mejor en su trabajo, por lo que me gustaría hacerle un encargo. Me gustaría que asesinase a mi marido...”
Aquella petición me dejó un poco trastocado. Mi trabajo era de asesino a sueldo, vivía de ello, ya que no sabía hacer otra cosa.
Toda la vida que llevo haciendo este trabajo, me han pedido cosas raras, amantes secretos, vecinos molestos, etc. ¿Pero un marido de una mujer que seguramente era muy poderosa aquí en Londrés?
Seguí leyendo la carta, donde me daba toda la información sobre los horarios de su marido y su nombre. Se despidió con una hermosa y curva firma poniendo Flower. Olí el papel, y no es que fuera un pervertido, era para comprobar el perfume que solía llevar. Mi madre siempre me dijo que tenía un don para los perfumes, y así era, solo con olerlo podía saber si era de buena calidad o de mala. Aunque bueno, esta “habilidad” que tengo yo no me sirve mucho en mi trabajo. Vale, era una noble o una mujer bastante adinerada.
Pensé en ir al hogar de mi “presa”, como las solía llamar, pero primero quería investigar sobre la demandante. Seré un asesino al que le pagan por matar, pero quiero saber la gente que me paga.
Estuve toda la mañana planteándome lo que debía hacer, soy muy observador y paciente, dos cualidades esenciales para un asesino tan especializado como yo. Sé mucho de pelea, además de matar con solo el golpe de mi mano. Según las exigencias del cliente lo mataba como él gustase, pero sino decía nada prefería matarle o con veneno o con un arma blanca.
Reí al acordarme, la vez aquella en la que tuve que matar a una sirvienta por unas razones que desconocía (en aquella época era un novato y no entendía de razones), tuve que infiltrarme en la mansión y vestirme con ropa de ama de llaves. La vergüenza que pude pasar en mi interior, porque en el exterior nadie se fijó en que era un hombre.
Decidí que la tarde era el mejor tiempo para comenzar a investigar a mi cliente. Agarré mi gabardina y tras ponerme mi chistera negra como el carbón, salí de mi despacho y lo cerré con llave. Hoy no llevaba pistola, ya que al lugar adonde iba a ir era un sitio inofensivo para el hombre. Tan inofensivo, que los hombres en vez de alejarse, se acercaban. Tuve que hacer algunas incómodas preguntas para saber donde se encontraba exactamente, aún así, me sentía orgulloso de mí mismo.
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Una trama inquietante y que puede dar giros... inesperados xD One-Shot inédito en Nuria-chan!
Nos leemos en mi próxima entrada

martes, 8 de septiembre de 2009

Adolescentes Vidas Salvajes Capítulo 14

Y aquí tenemos un nuevo capítulo de adolescentes! Que disfrutéis! (Hablamos del espritismo)

PD Todo lo que se muestra aquí es improvisado, en adolescentes vidas salvajes no hay guión!

Protagonizado por: Mario Miralles, Joaquín García, Portátil de Nuria, las tres velas y Nuria García.

Todo esto ocurrió porque Mario me acompañó a casa y estábamos sin luz xDD

viernes, 4 de septiembre de 2009

Aaaaah, el mar


El mar, para mí, quien ha crecido con el mar desde chiquita, es una parte de mí misma. El mar, el agua que aún no he llegado a comprender, ya que cuando lo miro, tan infinito, tan lejano, tan hermoso, mis pensamientos se van con sus olas. El mar, al que tanto aprecio y siempre querré. El sonido de sus olas al chocar con las rocas, hacen que cuando cierres los ojos te transporte a otro mundo, tu subconsciente. Navegas en una barca llamada mente mientras recorres tus recuerdos y deseos. Ves todo lo que has vivido, lo que quieres vivir y a lo que temes. Sin embargo, la barca de nombre mente sigue su rumbo aún cuando quieres quedarte en un pensamiento preciado para tí. Mente nunca se hunde, es una barca resistente mientras sigas estando rejalada y escuchando el sonido del mar. Un sonido que te llega al alma.

Cuando al fin llegas al final del trayecto, descubres entonces, que te falta mucha vida por delante y nuevas experiencias y recuerdos que conseguir. Porque es éso, vivir la vida porque solo tienes una que puedas disfrutar. Después ascenderás a los cielos, olvidarás tu vida anterior y nacerás de nuevo para vivir nuevas experiencias.

Simplemente me gusta estar observando el atardecer, sentada en la arena y viendo como el Sol desaparece ante la hermosura del agua. Aaaah, el mar, que tan dulce es tu imagen. Muchos otros tantos como yo, llegarán cuando yo no esté y disfrutarán de tu elegancia y hermosura, y después de ésos llegarán más, ya que tú siempre seguirás tan bella como siempre...

jueves, 3 de septiembre de 2009

Historias de Ewal- La chica que huyó de su hogar y el torbellino


Así me imagino a Aery pero con otro color de pelo y de ojos xDDD Aunque la expresión es la misma...

Bueno, pues os dejo la Historia 3 de Historias de Ewal! (Actualizo por actualizar, no tengo muchas ganas de contar paranoias). Umm, ¿qué os puedo contar de este cap? Pues... umm, un personaje importante en la trama aparece (ya que influirá en otro personaje). Espero que disfrutéis!

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Hubo una vez un gran reino llamado Dal, era poderoso, por lo que los demás reinos le temían. Tenía un excelente ejército, ya que todos los soldados juraban fidelidad al rey. Rey tras rey, la corona iba pasando de padres a hijos. Llegó una época de crisis, azotó duramente al reino de Dal, que lo pasó realmente mal. Por desgracia para el reino, el rey no pudo tener hijos con su esposa y cayó enfermo. El dilema se causó al enfrentarse a una dura decisión. ¿A quién debía entregarle la corona? Murió sin saberse su decisión. Su mujer, tan amable y tan alegre, se entristeció muchísimo. Se encerró en su cuarto, no bebía, no comía, no dormía. Poco a poco, sin que ella se diese cuenta, se estaba matando.

Su hermano se temía lo peor, por lo que la obligó a que diese una orden, un sucesor. La reina, postrada en la cama, le contó todas sus ideas a su hermano. Él la escuchó detenidamente, sin perderse ni una palabra. Su idea era crear un consejo, en el que el poder estuviese repartido en varias personas. Hombres sabios formarían ese consejo y gobernarían el reino. Tan moderna resultaba la idea de la reina, que su hermano la desechó.
La reina de Dal cayó también al igual que su marido. El descendiente sería el hermano de la fallecida reina. El rey Gustav, rey de Dal. Gustav era un hombre avaricioso, pero nunca conseguía lo que deseaba. Enfrentó a todos los reinos de su alrededor, pero al no tener experiencia en el frente de batalla, perdió todos los combates. Y así, su reino, iba empequeñeciendo lentamente, hasta convertirse en el reino más pequeño. Muchos habitantes del reino temían una nueva crisis por parte de su nuevo rey, así que decidieron emigrar a los reinos de los alrededores.
Una de los habitantes era una pequeña niña de ojos miel, tal y como los demás habitantes de Dal, de cabellos ondulados verdes. Sus padres no pudieron huir del reino, pero deseaban lo mejor para su hija, así que la enviaron con unos parientes lejanos que vivían en Ewal. Escondida en un viejo carromato, la niña de nombre Verne, le rezaba a la gran luna para que sus padres no muriesen. Aquella niña tenía algo especial, algo que las demás niñas de su edad no tenían. Tenía el poder de la clarividencia. Cada vez que tocaba algo o cerraba los ojos, le venían imágenes del futuro. Unas veces eran cosas buenas las que veía, en cambio, otras eran horribles. Pasó el límite de Dal, y llegó a Ewal. La frontera del sureste de Ewal, Verne bajó del carromato con miedo. Había tenido un sueño, en el que podía ver como unos soldados mataban a sus padres. Todas sus plegarias a la gran luna habían sido en vano. Corría y corría, debía salvarlos y cuando iba a cruzar de nuevo la frontera, recordó las palabras de su padre.
“Eres nuestra única esperanza”.
Giró sobre sí misma y volvió por donde había venido. No pasó frío, pero sí hambre. No había encontrado ninguna aldea cercana. Caminaba y caminaba sin rumbo fijo. Cuando pensaba que iba a morir de hambre, ve en el horizonte, a lo lejos, un pueblo del que salía bastante ruido. Lágrimas caían de sus ojos, la luna se había apiadado de ella. Llegó a la entrada del pueblo, donde comenzaban las casas pequeñas de madera. Del cansancio y de la sed, se desmayó y cayó al suelo inconsciente.
Pueblerinos asombrados, fueron a ver como se encontraba la pequeña niña. Una pareja ya mayor, la acogió en su casa y la cuidó mientras estuvo inconsciente. Pasó malas noches, en las cuales, tuvo mucha fiebre, pero la anciana señora la cuidaba con mucho mimo. Un día en el que los tulipanes florecían con elegancia, Verne despertó asustada. Miraba a su alrededor, no reconocía el lugar en el cual se encontraba. Estaba en una pequeña habitación muy sencilla, sin mucho mobiliario. Recostada en una cama muy cómoda. La calidez de las sabanas le recordaban a las de su hogar. ¿Y si estaba en su hogar? Olió el aroma que desprendía la habitación. El olor de flores frescas y de comida llegó a su nariz. No era muy parecido al de su hogar. Se levantó rápidamente de la cama y salió de la sencilla habitación. Andó deprisa hasta llegar a una habitación en la que parecía una cocina, y en ella una mujer de aspecto amable sentada observando el paisaje por una ventana. Verne decidió no entrar. Se quedó apoyada en la pared y de repente escuchó como aquella mujer le preguntaba:
-¿Ya estás mejor?
La joven muchacha se asustó, y tímidamente se asomó por el marco de la puerta. Observó más detenidamente a la mujer. Tendría unos sesenta años, era de estatura pequeña. Sus ojos eran azules, lo que indicaban que era de Ewal. Su larga melena blanca, caía por su espalda en forma de trenza. Tenía manos grandes, en las cuales surcaban profundas arrugas. Su cara era amable, así que Verne decidió en confiar en aquella mujer. Con pasos pequeños y cortos se dirigía hacia una silla que estaba colocada delante de la mujer. Se sentó, y sin poder mirar de nuevo a la mujer, agachó la cabeza.
-Tranquila jovencita.
Verne alzó la cabeza y miró a la mujer. Estaba sonriendo, era una sonrisa pura y alegre. Unas lágrimas cristalinas cayeron de los ojos de la niña. Hacía tiempo que nadie la sonreía y casi lo había olvidado.
-Yo soy Ijial Mar, pero puedes llamarme Ijial simplemente.
-Y-yo... M-mi nombre es... Verne.
La voz de la niña era temblorosa, sus labios se movían con miedo. Ijail le acarició la cara y le tocó suavemente el pelo color hierba. Entonces, sus miradas miel y azul se cruzaron.
-Tienes unos ojos preciosos Verne. ¿Eres de Dal, no?
Verne solamente pudo asentir. Quería saber el por qué, aquella mujer tan amable, le había recogido a ella, una pobre chica que tal vez fuese próximamente huérfana. Al recordar su premonición, la niña se asustó y abrazó rápidamente a Ijail. La anciana mujer se sorprendió, pero aquel abrazo le agradó. Su marido y ella nunca habían tenido hijos, y siempre se sentía celosa cuando veía a las madres abrazar a sus hijos. Ahora aquella calidez que seguramente aquellas madres sentían, lo sentía también Ijial. Desde entonces, Verne vivió con Ijial y su marido. Tuvo buenos momentos y no tan buenos, pero aún así era feliz de haber conseguido un nuevo hogar. Aunque siempre, encerrado en su corazón, estaría el recuerdo de su familia en Dal. Verne adoptó el apellido de la familia, Mar. Creció hasta convertirse en una preciosa joven, de rasgos amables y bellos a la vez. Su padre adoptivo murió por una enfermedad, las dos mujeres lo pasaron mal, porque ambas amaban a su manera a aquel hombre. Tarde o temprano, lo superaron y siguieron con sus vidas. De nuevo, otra penuria se cruzó por su camino. Un grupo de bandidos decidió atacar Daoquil. Destruyeron casas y mataron mucha gente. En esa lucha contra los asesinos, Verne perdió el sentido de la vista por salvar a unos pequeños que se encontraban escondidos detrás de un arbusto diminuto. Ijial murió durante el proceso de recuperación de los ojos de su hija adoptiva. Verne lloró durante muchos días. Ni siquiera podía ver el cuerpo de su madre. Sabía que pronto moriría, porque lo soñó, pero no se esperaba que cayese tan pronto. Se preguntaba durante las noches, si Ijial le había aceptado como a su verdadera hija . Para ganarse la vida, tuvo que comenzar a utilizar su poder de ver lo que va a ocurrir en un futuro no tan lejano. Ahora, en Daoquil, se cuenta que hay una adivina ciega de cabellos verdes y que todas sus predicciones se hacen realidad. Contaban, que con solamente tocarte la mano, sabía todo tu pasado y todo tu futuro. Aún así, todos los viajeros que iban a consultar algo sobre su incierto futuro, observaban que la joven tenía una mirada triste y sin horizonte.
-¿Falta mucho?- preguntó Aery.
-Creo... Que no- respondió Yuipte con energía.
Dos jóvenes se encontraban montados en un caballo de piel gris, de camino hacia Daoquil. Uno de ellos, como siempre, llevaba la capucha de su túnica puesta. En cambio, el otro joven llevaba al descubierto la cara. El ligero viento que de vez en cuando se originaba, movía con gracia los cabellos cortos y castaños del chico. Aery observó con preocupación a Yuipte por encima del hombro. Éste se dio cuenta de su expresión y preguntó:
-¿Qué ocurre?
-¿Seguro qué te encuentras bien? Creía que estabas mal por la destrucción de tu aldea y de toda tu familia.
Yuipte apagó su sonrisa, miró hacia el cielo que se encontraba despejado y respondió:
-Conocía muy bien a mis padres, y sé que se avergonzarían de mí si estuviese deprimido todos los días. Seguro que donde se encuentren, me están dando ánimos para superarlo. Por cierto
Aery, ¿dónde está tu familia?
Aery rápidamente apartó su mirada, comenzó a observar el horizonte. No quería contar nada de su pasado, era muy duro para él. Pero confiaba en Yuipte, era un buen compañero.
-La única familia que me queda, es mi padre y no sé donde se encuentra.
El joven muchacho bajó la mirada. Se sentía apenado. Aún así, leyendo el rostro de Aery que miraba nostálgico hacia el horizonte, no le había contado todo a Yuipte. El camino por el que pasaban, era difícil. Habían muchas piedras, y eso a Antares le molestaba. El caballo estaba acostumbrado a caminar por suelos llanos o con nieve, no con piedras. Su camino era largo, pero por el bien de la vida de Yuipte, Aery debía de llevar al joven a Daoquil.
El sol había dejado paso a la luna. Los dos jóvenes viajeros, decidieron acampar para poder recuperar las energías perdidas durante el largo camino recorrido. Habían parado junto un pequeño lago de agua cristalina. Rodeaba al lago, filas de flores exóticas y un suave césped. Era el lugar perfecto para descansar. Yuipte había sacado unas mantas para ponerlas encima del césped y poder dormir. Los dos se encontraban tumbados en dichas mantas y miraban el despejado cielo. Habían hecho una pequeña hoguera para espantar a los animales salvajes y para no pasar frío durante la noche. Las llamas se movían con delicadeza, como si de un baile se tratase. Aery miraba el cielo, aquella imagen le recordaba cuando estaba junto con su maestro. Se fijó detenidamente en una estrella exacta. Yuipte se dio cuenta de su curiosidad hacia esa estrella y le dijo:
-Esa es la estrella Lexell. Según cuentan los astrónomos de Ewal, esa es la estrella de la mala suerte, si la observas durante mucho tiempo, la mala suerte te alcanzará y te acompañará hasta tu muerte. Así que no la mires mucho.
Aery con su rostro sereno, seguía observando a Lexell. No parecía que fuese a decir nada, de repente se incorporó un poco en la manta y dijo:
-Vuestros astrónomos no predicen nada. Lexell en verdad es un cometa, pasa varias veces por nuestro mundo, y cada vez que pasa significa que la prosperidad vendrá.
Yuipte se quedó anonadado. Creía que Aery no tendría esos conocimientos, además, cuando había dicho todo aquello parecía estar muy seguro de lo que decía. Decidió no preguntar, ya que la cara del muchacho que miraba hacia el cielo, mostraba que aquello le traían recuerdos dolorosos. Yuipte cerró los ojos, y el cansancio poco a poco se desvanecía.
Fer iba como siempre a la sala del rey a ver su estado de salud. Abrió la grandiosa puerta y entra. Iba directa hacia la cama del rey de Ewal. Tras retirar las cortinas que tapaban la cama, observó al rey. Se asustó. Se alejó unos cuantos pasos tapándose la boca. Las sábanas blancas en las que siempre dormía el rey, ahora eran rojas del color de la sangre. Una mano blanca estaba caída, y por sus uñas recorrían algunas gotas de sangre. El rey de Ewal tenía la cara atemorizada, con miedo. Los músculos de su cara estaban rígidos, mostrando una mueca espantosa. No respiraba. Fer gritó desesperada. Cayó de rodillas al suelo, ya no podía aguantar más. Su desayuno, ahora salía de su boca. No podía observar de nuevo la escena. Con lágrimas en los ojos se levantó. Debía pedir ayuda. De repente, las grandes ventanas que llevaban a un extenso balcón, se mueven con furia. De ellas, apareció un hombre. Fer no dijo nada. Estaba atónita. Un hombre de cuerpo grande, hombros anchos y brazos grandes estaba delante de las ventanas, observándola. Tenía el pelo largo y gris, lo que marcaba que debía tener unos cuantos años.
Entonces, Fer se dio cuenta de algo que la dejó aún más asustada, ojos violetas. ¿Qué estaba ocurriendo? El hombre sonrió, por su forma de sonreír, Fer se temía lo peor. Quería retroceder, quería huir de ahí, quería que alguien la salvase tal y como Aery lo hizo en un tiempo lejano. El hombre da un paso, la dama no se inmutó. De nuevo, dio otro paso, pero sin darse cuenta, Fer se encontró con aquel hombre muy cerca. Lo tenía solamente a dos pasos. ¿Cómo había hecho eso? Dio otro paso, y ahora lo tenía justo delante. La agarró del cuello fuertemente y comenzó a apretar. Fer intentó patalear, pero sus piernas no respondían. Tenía miedo. Salían más lágrimas de sus ojos, y antes de cerrar por completo sus ojos,gritó una palabra:
-¡Aery!
Fer se despertó. Su respiración se aceleraba, su corazón cada vez latía más deprisa. Esta vez, su sueño había avanzado mucho más. ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué había matado al rey? Y lo más importante, ¿por qué tenía los ojos de Aery?
Los pájaros cantaban. Era ya de día, Yuipte abría los ojos lentamente, permitiendo que la luz penetrase en sus ojos. Se levantó y tras desperezarse va hacia la hoguera para apagarla. Se sorprendió. Ya está apagada. Giró su cabeza hacia el lugar de Aery y se dio cuenta de que no está. Comenzó a asustarse, cuando Aery apareció de la nada en el lago. Yuipte saltó hacia atrás del susto. El joven muchacho de cabellos azulados le miraba interrogante. No comprendía esa reacción. Vale que nunca le hubiese visto sin la parte de arriba, pero no era para tanto. Se secó un poco el pelo y Yuipte le preguntó:
-¿Para qué el baño?
-Para aclarar ideas- respondió sin más el joven.
Al ponerse la parte de arriba de nuevo, el acompañante del peliazul se dio cuenta de que su torso estaba cubierto de heridas y cicatrices. Algunas habían sanado, otras en cambio estaban rojas, como si nunca se hubiesen cerrado. Como siempre, Yuipte mantuvo la boca cerrada para evitar respuesta incómodas.
Aery montó en el caballo primero, y después ayudó a Yuipte a subir. El joven de ojos violetas le dio un leve golpe con la pierna a Antares para que comenzase a galopar. Durante el camino, Aery no podía apartar de sus pensamientos la pesadilla que había tenido. El rey de Ewal estaba muerto en su habitación, Fer iba a verle y se encontraba con aquella persona... ¿Qué tenía que ver aquel hombre con Ewal? Cada vez se preocupaba más. No quería que le pasase nada la joven dama, pero debía vencer primero a los bandidos que estaban destruyendo la paz de Ewal.
En una habitación oscura, sin ninguna iluminación, una joven de cabellos verdes se encontraba sentada en una silla. Tenía los ojos cerrados, y parecía estar concentrada. Verne Mar, o como se le conocía por todo Ewal, la adivina de Daoquil; intentaba encontrar su próximo cliente. Su menta volaba libremente por los alrededores de Daoquil, de repente, le vino una imagen, que provocó que abriese los ojos enseguida. Le cayeron varias gotas de sudor, y tras respirar un poco; se incorporó de nuevo en su asiento.
-Extraños jóvenes vendrán a visitarme- dijo Verne.
Sus ojos eran blancos, sin emoción. Verne Mar se encontraba ahí sentada, esperando a que el tiempo se la llevase lentamente...
Yuipte tenía mejor visión que Aery, por lo tanto cuando vio humo en el cielo creyó que ya estaban cerca de Daoquil. No se equivocaba, ya que después de unos minutos llegaron a la entrada de la ciudad. Como en la capital de Ewal, ahí tampoco les paró ningún guardia. El joven de ojos violeta se sentía raro aún en esa tierra, había demasiada confianza, no como en su pueblo. A cada paso que daba Antares, Yuipte se ponía más nervioso. En esos días que había pasado junto con Aery, se lo había pasado muy bien. Ya habían llegado a su destino, por lo tanto Aery lo dejaría ahí y seguiría él solo su misión. No quería separarse de él, pero por alguna extraña razón lo comprendía. Al pasar por el arco de madera, ven una calle ancha y a sus laterales unas pequeñas casas de madera. Parecían estar muy bien equipadas, y por dentro ser muy bonitas. La gente que por casualidad salía en ese momento, se paraba durante unos instantes para observar a los nuevos visitantes de su pueblo.
Muchas miradas se encontraba Aery, que llevaba la capucha puesta para no llamar aún más la atención. Paró en un lugar donde poder descansar, ató a su caballo al poste y le dijo a Yuipte:
-¿Sabes de algún lugar dónde te pueda dejar?
El muchacho apartó la mirada. No quería quedarse en ese pueblo, no quería darle la respuesta que se sabía, aún así, no quería mentir a su amigo. Suspiró y dijo:
-Dicen que la adivina acoge a gente sin hogar.
-Pues a visitarla vamos.
Yuipte esperó a Aery, y vio como éste se acerca sigilosamente a Antares y le susurró algo al oído. No entendía las cosas que hacía aquel chico, pero no sabía casi nada de su vida, así que poco podía criticar. Caminaron por las calles más pobladas de Daoquil. Aery siempre iba con la cabeza agachada para evitar cualquier contacto ocular y para ocultar mucho más sus cabellos azules. Poco a poco se iba acostumbrando, pero en ese momento le vinieron recuerdos de cuando acababa de llegar a Ewal y se creía que todo era como en su pueblo. Tuvo bastantes problemas al principio por no saber esconderse.
En una calle que parecía estar poco habitada, una casa destacaba de las demás. Mientras que las casas tenían un jardín hermoso, lleno de flores muy bien cuidadas; aquélla tenía un jardín muy mal cuidado y con flores marchitas. Las paredes eran de una madera vieja, como si aquella casa tuviese más años de los que debería tener. Aery intuyó que esa es la casa de la adivina.
No sabía muy bien por qué, pero tenía ganas de entrar y preguntar a la adivina. Tocaron a la puerta y entraron. La habitación principal estaba oscura, algo a lo que los jóvenes se tuvieron que acostumbrar para poder ver a la mujer. Al fondo de dicha habitación, vieron una pequeña luz, se dirigieron hacia ella. Yuipte se chocó con una silla, se sentó en ella. Aery al ver que había otra silla tomó asiento. Una joven de cabellos verdes se encontraba delante suya. Tenía los ojos cerrados, y parecía estar muy concentrada. De repente, abrió los ojos, lo que produjo el susto de Yuipte. Ojos blancos como la nieve, le hizo recordar a Aery.
-Sabía que vendríais- dijo la joven con una voz melodiosa.
Los dos chicos se miraron confundidos.
-¿A qué se debe vuestra visita?
-¿No debería de saberlo?- preguntó con picardía Yuipte.
-Prefiero que me lo digan ustedes.
El joven de cabellos castaños no iba a responder, pero Aery abrió la boca y dijo:
-Debo de pedirle un favor. Cuide de este joven que ha perdido su hogar y a su familia, enséñele a sobrevivir y cuando usted vea que puede vivir solo, puede librarse de él.
Su voz sonaba fuerte y segura, aún así sus manos se movían inquietamente temiendo de que aquella joven rechazase su propuesta.
-Sé lo que ocurre, y sé tus intenciones; Aery Giol- Aery se sorprendió con la rapidez en la que adivinaba- por esa razón acepto tu propuesta.
El peliazul iba a abrir de nuevo la boca para agradecérselo, pero la adivina le detuvo alzando la mano y señalándole.
-A cambio, quiero que me dejes ver tu pasado y tu futuro. Un trueque.
El joven se quedó paralizado, no sabía que hacer. Si le decía que no, Yuipte no tendría hogar y se tendría que ir con él al peligro. Apretó sus puños fuertemente, aquel hombre le estaba buscando, no debía poner al chico en peligro. Suspiró lentamente y asintió. Extendió su mano y la apoyó en la mesa. La adivina tanteó para poder llegar a tocar a su mano. Así que era ciega... pensó Aery. Con sus cálidas manos, comenzó a surcar sus líneas de la mano. Sus dedos eran finos y le tocaban con delicadeza. No entendía porque una joven tan amable, vivía ahí encerrada sin contacto del mundo exterior.
Tras un rato interminable para Yuipte, la adivina apartó su mano de la de Aery. La joven parecía asustada o algo por el estilo. El chico se quedó mirándola confundido, quería saber que le deparaba el futuro.
-Yo, Verne Mar, he visto un futuro muy incierto. Lo que sí he visto claramente, ha sido tu pasado. La verdad es que...
Cuando la adivina iba a contar algo del pasado de Aery, algo a lo que Yuipte estaba esperando a escuchar, el joven de pelo azul se levantó disgustado. Hacía entender que se iba, abrió la puerta y Verne dijo:
-Aquella dama a la que tanto aprecias corre peligro, yo de ti iría a protegerla.
La expresión de disgusto de Aery cambió por completo a una preocupada. Le agradeció la información a la adivina y salió rápidamente de la casa. El chico al cuidado de Verne, no comprendía lo ocurrido. ¿Quién era aquella dama? Quería saberlo, pero temía no obtener respuesta alguna. Decidió mantenerse sentado, con aquella mujer de cabellos verdes. La chica suspiró.
-Sé que deseas saberlo, pero si te lo contase, tu amigo se sentiría ofendido. Lo siento.
Yuipte apretó sus puños. Algún día ayudaría a su preciado amigo en su peligrosa misión, y si no es a él, a otros que quisieran proteger Ewal.
El atardecer se aproximaba. Allá en el horizonte, un joven con su caballo iban al centro de Ewal. Cosas extrañas iban a pasar, y que además, iban a cambiar sus vidas...
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En la próxima entrada intentaré encontrar a Fer ^^

martes, 1 de septiembre de 2009

¿Qué seríamos nosotros sin las parodias?

Hoy aparte de comprarme la peluca blanca y encargar la mano chunga de Allen (por fiiiin!), Alen, Isidro y yo hemos ido a Excalibur porque me apetecía comprarme un manga. He tenido mala suerte, no ha habido ni actualizaciones de Vampire Knight ni de Brave 10 y lo peor es que el tomo 2 de Life no está, el 3 si T_T Tras dar una vueltecita, me paro en Samurai Deeper Kyo, de la mangaka de Silvery Crow (los dos mangas tienen principios muy igualitos ahora que me fijo) y Code Breaker.

Cuando casi salimos de la tienda, me fijo en un libro que se parecía mucho a Harry Potter y la Piedra Filosofal. Pues no señores, se trataba del cómic Harry Pórrez y el as de la manga de Condemort. Su parodia española. Tras terribles incertidumbres, decido comprármelo y revisarlo por encima. Tiene paridas muy buenas, la verdad, propias de los españoles xDDD

Y ahora yo planteo la siguiente cuestión, ¿qué seríamos los españoles (seguidores de manga) sin nuestras queridas parodias? Si nos damos cuenta, las parodias son críticas o la historia desde nuestro punto de vista. Parodias como Raruto y muchas otras (no suelo buscar muchas, pero tiene que haber más) hacen que nos ríamos de momentos en los que nos enfadamos con el mísmisimo manga porque no nos parecía justo que ocurriera tal cosa.

Lo mismo ocurre con las películas, Scary Movie, Epic Movie, Disaster Movie (esta última la peor de la saga Movie, horrible) son obras maestras a mi pesar. Me acuerdo de cuando fui a ver la de Epic Movie, no paréa reírme en toda la película, o en Scary Movie 2, la mejor de las 4. En serio, yo no podría vivir sin parodias xD