viernes, 4 de junio de 2010

Concursos comerciales

Bueno, actualizo rápido antes de que se me pasen las ganas y la inspiración (es que es viernes y no hay muchas ganas xDDD). He creado esta entrada para reflejar mi enfado sobre los concursos litetarios, a los que después de unos años, les he cogido mucha manía. ¿Por qué? Os preguntaréis. Comenzaré exponiendo el día de hoy... (4/06/10):

Las 9 de la mañana, clase de Lengua y nos encontrábamos como siempre: medio adormilados y deseando que tocase Tutoría para no hacer nada. El profesor de Lengua se acerca a un compañero mío y le entrega un sobre, después, nos explica que aquéllo era el premio por haber participado en un concurso de microrrelatos (72 palabras para ser exactos). Como no, yo había participado también, me parecía interesante escribir una historia de solo 72 palabras. Mi reacción fue normal, me alegré por él aunque no tenga mucha relación con él y tal. Llegamos a las 12 de la mañana, clase de Biología, y dos amigos míos (Diego y Joshua) se me acercan y me dicen si había ganado el concurso ése, yo claro, les digo que no. ¡Sorpresa! Ellos también habían ganado y por lo que me han hecho entender mucha más gente ha ganado de nuestro instituto. Entonces mi reacción fue bastante mala, por supuesto. Les sonrío y le doy la enhorabuena, pero la tristeza me invade. En mi opinión me parece normal, ya que llevo ya mucho tiempo participando en concursos bastante "importante" (con regalos como portátiles y publicación en libro de tu relato) y no he ganado ninguno, cuando he presentado historias que en mi opinión eran bastante buenas y que rompían con los cánones.

Hace ya varios meses, nuestro profe de Lengua nos pidió que escribiéramos una historia de hoja y media (yo presenté el Mar de los Recuerdos) ya que quería ver como escribíamos y demás. Resulta que eligió de entre las 4 clases de 30 alumnos, 3 historias para presentarlas a un concurso al que siempre se ha presentado durante todos estos años. Os dejo que adivinéis...
...
...
No recibí nada, ni siquiera la envió (pienso yo). De las 3 que envió, ganaron 2. Cuando me enteré, me alegré como no. Pero al escuchar los nombres de las ganadoras la semilla se la envidia se plantó en mi corazón. Ellas también habían ganado lo del mejor expediente académico. Ellas, seguramente, han ganado muchas más cosas de las que yo nunca podré acceder. El profesor nos leyó los relatos, sí, muy bien escritos pero con tramas muy simplonas. Una contaba un amor imposible de un chaval y otra la vida de una chica con su abuelo (hasta la muerte de éste).

Hoy lo he estado hablando con mis amigas y es lo que ha dicho una de ellas: miran antes el nombre que la historia. Pero yo he llegado a otra conclusión: eligen las historias con la misma trama y que siempre te encontrarás en cualquier novela para adolescentes con tal de vender. Vamos, como el título de esta entrada, CONCURSOS COMERCIALES, lo cual, en sí, no me parece el verdadero objetivo de los concursos literarios. Yo pensaba que era para premiar a los escritores que intentan renovar la escritura con temas nuevos y demás. Para nada. Estoy bastante enfadada conmigo misma por tener envidia, pero no lo puedo evitar. Llevo más de 2 años escribiendo sin parar (comencé antes pero todo lo que escribía eran trabajos o ideas sueltas) y aún no he visto reconocido ésto. Sé que pido demasiado, pero sí al menos, en estos concursos hubieran elegido historias renovadoras y que son originales, me hubiera alegrado aunque la envidia siguiera estando en mí.

No quiero pensar que escribo de maravilla, porque sé que es mentira, aún me queda mucho por aprender. Pero ver reconocido un mínimo esfuerzo por parte de otros, me molesta realmente... Es lo que dijo un periodista del cual leí su artículo en el libro de Lengua: Bestllizarse o morir. O como ha dicho mi sabia madre: Ya ves, muchos escritores no han ganado ningún concurso, han escrito muchos libros y voilà! de repente el libro que menos les gusta se convierte en Best-Seller.

Si habéis llegado hasta aquí lectores, os lo agradezco ya que me ha ayudado a desahogarme y a pensar con más claridad.

Para los interesados, os dejo el relato de 72 palabras:

El campanario
El sonido de la campana llegó a su fin, eran las doce en punto. La joven corría tan deprisa como podía, respiraba entrecortadamente e intentaba gritar a más no poder. Pero no pudo. Una pared se interpuso en su camino. La sombra que le seguía alzó el brazo como en señal de victoria y le arrebató la vida a puñalazos. Ella había perdido y los grillos lloraron su pérdida.

Hasta mi próxima entrada ;D (mola esto de hacer opiniones)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas veces nos esforzamos tanto en escribir obras de arte que se nos quedan en andamios, mientras que gente que no escribe lo hace de corazón y del tirón y les sale muy bien.

Es muy lógico sentir envidia, pero también hay que tener en cuenta que los jurados son personas, y se guían mejor a la hora de comparar a dos personas que no conocen estableciéndoles estereotipos (a lo que, por cierto, un buen historial en general, ya sean notas u otras calificaciones, pues ayuda).

El caso es tratar de mejorar, una vez leí que existen dos clases de escritores, los que escriben para sí mismos y los que escriben para los demás. Esto último, está claro, implica "bestsellerizarse" o morir (también lo leí xDD).

La conclusión es que hay un poco de todo, pero cuanto más azúcar más dulce xD. De todas formas, prostituir el arte acaba convirtiéndolo en algo monótono, se trata de ser original y hacerlo cada vez mejor, no en gustar a unos críticos que incluso pueden ir influenciados por el propio profesor.

^^