domingo, 22 de agosto de 2010

Ánima Capítulo 8




Delante mía se encuentra el rey Guillermo Adolfo de Montoya, metido en su brillante armadura y preparado para la batalla. Yo a su vez, me encuentro en frente suya, con la misma posición de pelea que la suya, sujetando la espada con ambas manos y colocándola delante mía. Yo había decidido no llevar armadura, ya que de todos modos estamos muertos, pero el rey sigue sin poder creérselo.
Sigo sin querer recordar mi vida pasada, por lo que no sé de qué época provengo y si sabré manejar una espada tan pesada. Suspiro con fuerza y comienzo a recordar como he terminado de ese modo, a punto de batirme en duelo con un antiguo rey…

Había caído bien, no como en mis otros viejas en las que caía de boca o en una postura extraña. Tal fue la fuerza con la que caí con los pies que perdí un poco el equilibro y acabé de culo contra el suelo. Un momento, ¿suelo?
Toqué con mis manos el suelo, está hecho con un material parecido a la moqueta. Cerré los ojos, el tacto era cálido y suave. Entonces oigo el sonido de la pluma contra el papel. Ya estaba acostumbrada a descubrir que había otra ánima cuando salía del espejo, pero aquella vez me impresionó ya que no se dio cuenta de mi presencia.
Me acerqué lentamente fijándome de mi alrededor. Aquel mundo me recordó en cierto modo al de Charlotte, tenía un aire de clase y además daba la sensación de encierro. Me di cuenta que estaba en una habitación llena de cuadros, con una chimenea de fuego y con la simple iluminación de esa chimenea y de la vela que estaba en el escritorio donde estaba escribiendo el ánima.
Los cuadros eran simples, siempre estaba la misma mujer en todos, con la misma sonrisa en su rostro. Su cara era redonda y fina a la vez, sus tirabuzones caían sobre sus hombros como rayos de sol y sus ojos verdes… No recordaba haber visto unos ojos tan penetrantes. Mis pies descalzos siguieron caminando por el suelo hasta llegar al escritorio.
De espaldas contra mí se encontraba un hombre entrando en la edad anciana escribiendo una carta, tal vez a la mujer de los cuadros. No sabía cómo presentarme o simplemente qué hacer. En todas mis anteriores experiencias eran los inquilinos los que me habían visto e informado sobre todo, pero aquel… Estaba demasiado concentrado como para percatarse de mi presencia.
Finalmente, me decidí para tocarle el hombro. Giró deprisa, casi asustado y me miró directamente a los ojos.
-¿Quién sois? ¿Qué hacéis en mis aposentos personales? -dijo casi gritando.
-Eh… M-Mi nombre es Eirene y…
-¿Cómo osáis siquiera a dirigirme la palabra a mí, al rey Guillermo Adolfo de Montoya? ¡Aurelia! ¿Dónde te has metido? ¡Saca a esta intrusa de mi castillo?
¿Castillo? ¿Cómo que castillo?
-Este maldito servicio de clase baja… -me agarró repentinamente de los hombros y me condujo hacia la puerta del final de su habitación, la abrió y me echó simplemente.
Yo, sin poder decir palabra traspasé la puerta, pero entonces me vi metida de nuevo en los aposentos del rey Guillermo. Él me miró perplejo, tal vez se pensase que me estaba mofando de él… Los colores de su cara cambiaron de blanco a rojo…
Abrí los ojos como nunca. Él… Él está técnicamente fusionado con su mundo, sus pies, su rostro, todo… No hay grilletes ni cadenas, pero era porque no hacía falta. Esta ánima todavía se piensa que estaba con vida…
-¿Qué es lo que pretendéis siguiendo aquí? ¡Largaos!
-Me gustaría marchar de aquí rey Guillermo, pero me va a ser imposible. Verá… -y sorprendiéndome a mí misma, le conté lo mismo que me contó Charlotte tiempo atrás, cuando aún era un ánima “principiante”.
El rey Guillermo se apoyó entonces en la espalda de un sofá que apareció repentinamente.
-Es imposible… Yo… Justo ayer estaba con Catalina montando a caballo…
-Me parece rey Guillermo que en estos mundos no existe el tiempo “humano”.
-No, no, no…
Y entonces toda la habitación del rey Guillermo desapareció y se transformó en un especie de campo de batalla. Cuando noté el peso de la espada en mi mano, comprendí cómo iba a acabar todo esto. Debería de demostrarle que ambos estábamos muertos… Ganándole el duelo y clavándole la espada en el pecho.

Trago saliva y escucho al rey Guillermo:
-En guardia.
Y la espada silbó cuando la vi justo al lado mío, cortándome algunos cabellos castaños.
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Bueno, pues arriba es un dibujo que he hecho hoy parodiando algunas de mis historias más famosas. Entenderéis todo el dibujo al completo si habéis leído al menos parte de esas historias, sino... Mal vamos xD Las historias en concreto se encuentran todas aquí, en el blog y son:
-Historias de Ewal (del capítulo 1 al 7)
-Yûi
-Garras y colmillos (y sus siguientes secuelas)
-Ánima (la historia que llevo actualmente)

Nos leemos en la siguiente entrada!

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