miércoles, 28 de octubre de 2009

Poco a poco...

Que asco de mes, la verdad xD Y aquí me encuentro a finales de mes de Octubre, con exámenes, Halloween, pero sobretodo con pensamientos internos. Me han ocurrido demasiadas cosas, de verdad, y todo esto empieza a notarse en mi humor cambiante...
Hay veces que estoy ni más alegre de la vida, otras veces (segundos después) me dan ganas de tirarme por uno de los muchos puentes que hay en Elda. Lo puedo decir medio de coña, pero la última frase da a entender que estoy algo ¿cabreada? ¿molesta? ¿cansada? No sabría ni cómo definir mi estado de ánimo en este momento.
Claro está que cuando me preguntan por el messenger el típico "¿qué tal?" yo respondo de inmediato bien. He pensado poco para esa respuesta.
En este mes, he desvelado cosas que iba sospechando, he ido descubriendo además nuevas cosas que comenzaban a encajar con otros pensamientos míos. En este mes, he sentido mucha inseguridad, demasiada, tanto, que llegué a explotar el viernes pasado, sí, ese fatídico viernes pasado.
Los días siguientes a ese, no fueron de los mejores, he de decirlo. No han sido ni muy buenos ni muy malos, tampoco exijo que todos los días de mi vida sean espectaculares, pero por favor, que dejen de ser tan emotivos y traicioneros.
Ahora sé, en quien debo confiar y en quien no. Ahora sé que por muchos favores te hagan y que por muchas sonrisas que te echen, las verdaderas estarán ahí cuando de verdad lo necesites. Y eso es cierto, está demostrado en la vida real...
Toda persona tiene dos caras, al menos eso pienso, la pública y la real. La pública puede llegar a coincidir en un 95% con la real, pero nunca llegarán a ser la misma. Ya que en tu vida social, siempre tienes que mentir y hacer cosas que a lo mejor no las ves necesarias o simplemente no te gustan. Si yo quiero hacer ésto, lo hago y que a los demás les zurzan.
Odio a las personas que se hacen pasar por gente de tu confianza, y lo peor de todo es que te las encuentras después criticándote o criticándose entre ellas. De verdad, yo así no puedo. Escucho rumores, escucho ruidos y escucho críticas.
La gente es muy falsa, y en eso me incluyo yo, ya que para no tener problemas muchas cosas me las he callado y he soltado una sonrisa de oreja a oreja como una tonta. Y eso es raro en mí, la verdad, porque yo siempre suelo decir las verdades a la cara, ya que nunca me ha gustado mentir y he descubierto que te sientes mejor diciendo la verdad sin que le duela a la otra persona o en la mínima parte.
Odio también a la gente que se mete conmigo. ¿Tengo mi derecho no? Aquellos que van de chulos y que se sueltan las cuatro gracias sobre ti, pero que luego encuentran un gran vacío en su interior. De verdad, no los aguanto, y no les respondo porque me rebajaría a su nivel. Y de esto no me estoy refiriendo a una caso en concreto, para nada, hay muchos casos pero esto al ser un blog que lo lee la gente que le de la gana, no lo pondré.
Llego a la conclusión después de poner en orden más o menos mis pensamientos, de que como esto siga así, no aguantaré más y dejaré las cosas claras de una vez aunque me quede más sola que la una. ¿Por qué simplemente no aceptamos a las personas como son, y en vez de ir criticando e ir contándose secretitos por ahí sin estar en el grupo, no nos lo pasamos bien como grupo que somos? Porque muchas veces lo he dudado, demasiadas veces.

miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Se parecen?

Bueno, al no saber que publicar aquí os dejo un cuadro que me encanta de Kilmt y del cual tuve que hacer un trabajo (lo copiaba y después tenía que rellenarlo con la técnica del puntillismo).




Real, original, vamos que sí, hecho por Klimt


Hecho por Nuria (sí, ese bodrio xD)



La curiosidad de este trabajo que hice a finales de tercero, es que los puntos eran distintos tipos de puntos los que había que hacer. Por ejemplo, el pelo, está hecho completamente por números diminutos (sí, no me aburrí en plástica el año pasado) o por ejemplo como podéis observar encima de la cara de la muchacha, hay notas musicales que no se a que entraron en el dibujo xD

Escogí precisamente este dibujo porque me gustaba la expresión de serenidad que lleva la muchacha con los ojos cerrados, la mezcla de colores también me encanta xD

Pues bueno, aquí una curiosidad sobre mi manera de dibujar ^^ (osease, lo que aprendí el año pasado xD)

sábado, 17 de octubre de 2009

Historias de Ewal- El volcán invisible y el padre


Bueno, llegamos a la recta final de las aventuras de Aery Giol... Una historia que terminé con mucha emoción, donde siempre mantendremos en nuestros recuerdos a aquel chico de cabellos azules y ojos violetas enamorado de una bella dama...

En las próximas entradas, historia especial 7.5!

---------------------------------


Dos chicas de aspecto jovial, corrían por uno de los muchos pasillos del castillo de Ewal. Cogiendo con fuerza, llevaban pergaminos doblados. Parecían tener prisa. A una de ellas, la que era más joven, se le cayó uno de los pergaminos. Se detuvo a recogerlo.
-¡Espera Loaw! Tengo que recogerlo...
-Gab, sé que acabas de llegar al castillo, pero por favor, no cometas más errores. La reina necesita estos documentos para sus cuentas.
La chica de nombre Gab se agachó a coger el pergamino caído, cuando de repente, sin darse cuenta se le cayeron todo. Se alteró bastante y comenzó cogerlos con rapidez. Algunos se arrugaron, pero su prioridad era llevarlos a la reina. Abrieron un gran portón y entraron en la sala del trono. Allí se encontraba “ella” sentada brillando con luz propia. Loaw y Gab le hicieron una reverencia, y después le dejaron los pergaminos.
-Aquí está lo que nos ha pedido, los impuestos de Galiot y toda su historia- dijo Loaw algo nerviosa.
Tras entregárselo, Fer comenzó a leerlo y comentó en voz alta:
-Así que han habido desapariciones de chicos jóvenes últimamente... Esto podría ser cosa de los bandidos, creo que tendré que investigar...
-Pero señora, tiene que organizar la fiesta del castillo de Ewal, ya sabe que todos los años se celebra y ayuda al mercado...
-No hace falta que lo recuerdes Loaw, pero prefiero librarme de los bandidos que ir celebrando fiestas.
-¿No se estaba ocupando “él”?
-Tal vez él no sea suficiente en este trabajo...-respondió Fer en señal de tristeza y nostalgia.
-Usted le ama, ¿no es así?
Fer miró hacia ningún punto fijo y sonrió, luego mandó marchar a Gab y a Loaw.
Cuando se cerró el portón tras suya, las dos suspiraron. Esperaban que la reina les regañase por esa conducta tan cotilla, pero no fue así. Se dirigieron hacia sus respectivos trabajos y no mencionaron aquella conversación tan extraña.
Por primera vez en su vida, Yuipte estaba deseando que lloviese. No podía aguantar ese calor. Trabajaba a más no poder, y eso que aún era el segundo día. Soltó un suspiro, tras beber un poco de la bota de agua, comenzó de nuevo el trabajo. A su lado se encontraba Knuj, trabajando con esfuerzo y sin descanso. Llegó el mediodía y decidieron parar para almorzar. Yuipte comenzó a zampar a más no poder, un trozo de pan y queso, con eso era con lo que pasaba el día. Mientras comía, el hombre le miraba con mirada curiosa y decidió preguntar:
-Yuipte, ¿tú no vivirás con Verne Mar, no?
-Si, ¿como lo sabes?
-Intuición, te había visto por el pueblo y como ella es la única que acepta gente desconocida en su casa...
El chico dejó de comer, tenía una duda sobre la adivina que le daba vergüenza preguntarle a ella misma.
-¿Por qué acoge a gente sin hogar?
-Porque ella no es de Ewal, ¿no lo sabías?- preguntó Knuj al observar la reacción de Yuipte- Según dicen las mayores del pueblo, ella proviene de Dal, y la familia Mar la acogió. Parece ser que cuando estuvo viviendo junto con los ancianos lo pasó muy bien, lástima que muriesen... Si... Me acuerdo de su expresión cuando estaba frente a su tumba... Desde aquel momento cambió para siempre. Después vino el momento de su ceguera... También muy trágico. Ocurrió antes de la muerte de Ijial Mar, la pobrecilla no pudo ver el último suspiro de su madre.
El chico comenzó a mirar el suelo. No se esperaba una historia tan trágica de Verne, y ahora él, tomaba su decisión. Haría lo que fuese para sacarle una sonrisa a Verne, lo que fuese... Así tal vez, escuchase las palabras de Aery...
Se levantó de la tierra y cogió la azada. Ahora tenía la determinación necesaria para seguir trabajando, cuando llegase a casa seguramente la adivina estaría contenta.
Lejos de allí, un muchacho de cabellos azules se encontraba apresado en la fortaleza del espíritu del agua. Tenía la mirada perdida y el cuerpo controlado por aquel ente. En ese mismo momento, se estaba llevando a cabo una batalla entre dos de los vasallos de Némesis. Era una habitación que parecía antigua, con un especie de trono y en el centro de la habitación un círculo rojo que marcaba el límite de la pelea.
Sentada en el trono se encontraba Némesis observándolo todo, a su lado de pie, se encontraba Aery. Némesis reía y disfrutaba del combate, en cambio Aery estaba en una fase de semiconsciencia del que no se podía librar. Pasaban otros sirvientes y le dejaban alimentos al espíritu, mientras ésta observaba la pelea.
Los que peleaban era el hijo de aquel campesino contra otro que Aery no se podía recordar. Era una pelea bastante rara, ya que se pegaban puñetazos y demás, pero nunca se hacían ninguna herida mortal.
De repente, Némesis hizo una señal con la mano y el combate cambió completamente de técnica. De sus bolsillos sacaron unos cuchillos bastante cortos y comenzaron a atacarse. Rasguños y heridas en los brazos era lo único que se hacían, entonces cuando parecía que la batalla la iba a ganar el hijo del campesino, el otro vasallo le apuñaló en el estómago.
No gritaba ni se quejaba, simplemente cayó en el suelo desangrándose. Varios sirvientes intentaron acercarse para ayudar al joven, pero Némesis lo impidió.
-Quiero ver como resiste el dolor.
El chico se retorcía en el suelo, se quejaba en voz baja. Un rastro de sangre se iba formando en el suelo. Aery, quien lo estaba viendo todo, salió de su fase de obediencia y corrió hacia él. Un chasquido de Némesis, y algunos sirvientes le agarraron de los brazos y lo tiraron al suelo de boca. Estiró un brazo suyo para intentar alcanzar al joven, no lo consigue. ¿Por qué no tiene la suficiente fuerza?
El espíritu del agua, con una elegancia muchas veces demostrada, se levantó de su “trono” y se dirigió hacia Aery. Él le miró desafiante.
-Eres demasiado rebelde, te mereces un castigo por no hacer caso.
Aery apartó la vista, lo único que le importaba era salvar a aquel chico. Su padre estaba muy preocupado por él y no quería que su padre descubriese que su hijo ha muerto desangrado. Intentó moverse aún más, y cuando se dio cuenta, los vasallos se habían retirado de encima suya. Podía ir a salvarle...
Sintió como algo incandescente le toca la piel de la espalda. Gritó de dolor. Levantó su vista hacia el espíritu del agua. Abrió los ojos, con el agua que había a su alrededor había creado un látigo de agua que a primera vista no parecía muy doloroso. Némesis sonrió malvadamente y antes de soltarle otro latigazo, gritó:
-¡Quiero oírte gritar!
Una explosión ocurrió en esa habitación, e hizo a Némesis parar. Todos miraron hacia el lugar destruido. Una nube de polvo lo rodeaba y una sombra de un hombre se podía observar. Cuando el polvo se retiró, dejaron ver a un hombre de cabellos grises y ojos violeta. Vestía ropa oscura, y llevaba en sus manos una espada muy larga. Señaló hacia Némesis y dijo:
-¿Qué se supone que está haciendo con mi hijo?
-¡Aaaaaaaaaaaah!- gritó Fer.
Los soldados corrieron hacia la reina de Ewal, temían que le hubiese ocurrido algo. Cuando entraron a la sala del trono, se encontraron con una cara blanca como la porcelana, y una carta que caía al suelo lentamente. Uno de los soldados fue hacia Fer, mientras el otro recogió la carta del suelo. No llevaba remitente, por lo que se extrañó bastante.
-¿Qué ha ocurrido mi señora?- preguntó el soldado.
-Me parece que estoy amenazada de muerte... El jefe de los bandidos ha descubierto que mi tío murió y ahora quiere acabar conmigo. Todo lo explica en la carta. Oh, es horrible- dijo mientras se agarraba al soldado.
El otro leía la carta, su expresión iba cambiando con cada párrafo que leía. Tras terminar, le susurró a su compañero:
-Dobla la seguridad en el palacio, ahora sí que no dejaremos entrar a los extranjeros. Envía mensajeros por todo Ewal, para que no hayan quejas. Me parece que pronto tendremos una batalla.
Acompañaron a la joven asustada a su habitación, cuando cerraron la puerta con llave, Fer comenzó a pensar en el remitente de la carta. Se acordó del sueño que tuvo. Su tío asesinado por aquel hombre de ojos violeta... Se agarró el pecho con fuerza. Tenía miedo, no por ella, sino por Aery. ¿Y si un pariente suyo era el jefe de los bandidos? No quería obligar a su amado a acabar con un familiar suyo, pero él parecía muy decidido en acabar con los bandidos.
Su cabeza le dolía, por lo que decidió acostarse en su cama para despejar las dudas que azotaban su mente.
Némesis sonrió al oír la pregunta del hombre. Cogió a Aery del pelo, levantándole del suelo. Pasó un dedo por su cara, marcando su contorno.
-Me pertenece, así que hago con él lo que me apetece.
Y de un momento a otro, Némesis besó a un joven confuso y desorientado. Su alma se encontraba vacía, deseaba salir de allí, volver al hogar que nunca tendrá. El chico cerró los ojos de cansancio y dejó que todo pasase a su alrededor.
Oyó gritos y lamentos, entonces alguien le cogió y lo llevó lejos del palacio del espíritu del agua. Aery esperaba que todos los hombres pudiesen escapar de aquel lugar, ya que sino, él mismo correría el peligro de ir a salvarlos. Ahora sabía el peligro que corrían. La imagen del chico ensangrentado cubrió su mente.

Aery se despertó de repente gritando:
-¡El chico!
Al levantarse tan rápidamente, sintió un dolor en su espalda. Se dio cuenta que la tiene vendada y comenzó a observar su alrededor. No deberían estar muy lejos del castillo de Némesis. Caminó con pasos lentos, pero valientes. Una voz conocida le hizo detener:
-¿Adónde crees que vas?
Aery giró su cabeza sin poder creérselo. No podía ser él. Había cambiado por el paso de los años, pero los ojos violeta seguían ahí. Su rostro parecía entre serio y alegre, esperando la reacción del joven. Aery no sabía qué decir, qué hacer. Las dudas aún asaltaban su mente. Agachó el rostro y susurró:
-Pâa...
Lágrimas cayeron al suelo, y el padre desaparecido abrazó al hijo. El joven, quien no había sentido calor familiar desde aquel incendio, aceptó el abrazo y comenzó a llorar aún más fuerte.
-Si supieses cuánto tiempo te he estado buscando y todo lo que he oído de ti...
-Lástima que sea cierto...-dijo en voz baja el padre de Aery.
El joven se separó de su padre confuso, retrocediendo unos pasos.
-¿Cómo? ¿En verdad eres el jefe de los bandidos?- su padre no contestó, simplemente seguía mirándole fijamente- ¡¿En verdad asesinaste a Mâa y a todos los demás habitantes?!
Al ver que su padre no le contestaba, Aery, desesperado con la verdad, agarró del cuello de la camisa a su padre. Hizo bajar la cabeza de su padre. Sus ojos eran tranquilos, incluso el joven se pudo percatar de un brillo de asesino en sus ojos. Pero ahora a él le daba lo mismo, quería sus respuestas. Quería que las repuestas saliesen de la boca del causante. Movió un poco el cuello de la camisa con fuerza y gritó:
-¡¿Por qué no me respondes?!
Los gritos de Aery hizo espantar a todos los animales del lugar. El peso de la verdad hizo a Aery caer al suelo de rodillas, su padre compasivo, apoyó su mano en su hombro.
-Por eso huí del lugar... No quiero que acabes como yo...
-¿Por qué?
-Ellos se entrometían en mi camino, no lo podía permitir...
-¿Por qué yo sí? ¡¿Por qué?!
-Tu madre antes de morir me hizo jurar que te protegiese, cuando te vi saliendo del poblado, pensé en matarte el último, pero... Aery, necesito tu ayuda para derrocar a la reina de Ewal.
-¿Qué ocurre con Fer?
-Para que no hayan más discriminaciones en este mundo, he de acabar con este mundo de “paz”.
Aery se agarró del tobillo de su padre, y le miró con furia:
-Ni se te ocurra hacerle nada a Fer... Sino...
-¿Sino qué? ¿Matarás a tu propio padre? Vamos Aery, te conozco demasiado bien. Me idolatras demasiado como para poder matarme.
El corazón de Aery no podía soportar todo aquello. Él, que desde el fondo de todo su ser había creído en su padre, lo había defendido delante de uno de los bandidos y ahora toda su oposición a la verdad se vino abajo. Fer o su padre... Tenía que hacer su decisión.
Se levantó poco a poco, con la cabeza agachada. Cuando levantó la cabeza para mirar a su padre, estaba decidido. Iba a proteger a la mujer que quería, a la mujer que deseaba lo mejor para este bello mundo, a la luz de Ewal.
Movió los brazos rápidamente, pero su padre paró su ataque con una sola mano. El viento se movió con furia.
-No puedes utilizar ese poder contra mí, ten en cuenta que fui yo quien te lo enseñó.
-¡Eso ya lo veremos!
Pegó un salto, junta sus manos en un puño y concentró su energía ahí. Llegó al sitio donde se encontraba su padre y cuando iba a dar su golpe, su padre le agarró una de las muñecas y le lanzó lejos de él. Aery cayó de espaldas, muy bruscamente. Creyó haberse roto unas cuantas costillas. Escupió un poco de sangre y dice:
-¿Por qué haces todo esto? ¿Luchar contra un reino de paz? ¿Luchar contra inocentes? ¿Matar a reyes que no han hecho nada? ¡Todo esto por tus caprichos!
Su padre comenzó a reírse, el chico no se lo podía creer, ¿qué le hacía tanta gracia? Al terminar de reír, su rostro cambió de alegría a melancolía.
-Verás Aery, ¿nunca te has preguntado por qué nadie se puede acercar a las Tierras Prohibidas del Norte?- el joven negó con la cabeza- El secreto tras todo esto es que somos unos expulsados de Ewal, unos marginados. Nuestros antepasados por ser diferentes racialmente fueron expulsados de aquellas tierras de “paz” y al no tener lugar a donde ir, fueron hacia el norte, donde nadie los pudiera discriminar. Desde entonces, el antiguo rey de Ewal, Fert Qel hizo una ley en la que ningún habitante de Ewal tenía derecho a acercarse a las Tierras del Norte. Yo quiero que paguen por todo lo que nos han hecho, quiero que sientan el dolor, el frío que hemos pasado.
-¿Y eso lo tiene que pagar su sobrina?
-¡Bah! Todos son iguales, la familia tiene los mismos pensamientos.
Por una parte, Aery comprendió el dolor de su padre, el sentirse discriminado, el sentir que miles de miradas te están observando por ser diferente. Pero todo ser humano podía perdonar y empezar de nuevo, y eso era lo que nuestro joven hizo. Aery, por primera vez en su vida, sintió pena por su padre. Todo su rencor guardado. Se tocó el pecho y dijo:
-Puede que tú no los puedas perdonar, pero yo ya lo hice y soy mucho más feliz así. De modo que para que no destruyas este reino deberé acabar contigo.
El peliazul cerró los ojos y envió toda su energía a sus manos y pies. Echó a correr hacia aquel hombre que ya no guardaba ningún parentesco con él, esquivó los golpes de él y cuando vio un hueco libre, golpeó su barbilla fuertemente, lanzándolo hacia arriba. Su padre no se lo podía creer que pudiese haberle golpeado, no comprendía de donde venía aquel poder. Pero si quería cumplir con su plan, tendría que dejar inconsciente al menos, a su hijo. Los dos gritaron de desesperación y se golpearon fuertemente la cara.
De la nariz, de la boca y de muchas más partes de la cara, comenzaron a sangrar. El chico se levantó como puede, la vista se le estaba nublando, estaba perdiendo mucha sangre. Caminó hacia su padre, ahora tumbado boca arriba inconsciente. Gotas de la frente de Aery caían en la frente de su padre, que no despertaba. Un rayo de luz iluminó a los dos hombres. El joven miró al cielo azul y antes de irse se despidió de su padre:
-Traeré la luz al reino de Ewal, te lo prometo.
Imágenes en su mente aparecieron de nuevo, recordó los buenos momentos que había vivido con él. Sonrió y se alejó de aquel lugar para buscar a Antares.
Contaban antiguas historias de Ewal, que un chico venido de tierras extranjeras, consiguió expulsar a todos los bandidos y reunirse con su amada. Cuentan también, que los dos jóvenes al reencontrarse de nuevo, sus rostros se iluminaron de alegría. Se casaron y fueron los mejores reyes que Ewal jamás había tenido. Aery por un lado, valiente y amable, y Fer por otro, gentil y generosa.
Los dos se encontraban en un balcón, observando la puesta del Sol, cogidos de la mano. Lentamente, giraron sus cabezas para mirarse fijamente. Fer y Aery, ahora juntos y nadie, jamás, los podría separar. Justo cuando el último rayo de luz desapareció, Aery dijo en voz alta:
-Pâa, cumplí mi promesa.

domingo, 11 de octubre de 2009

Historias de Ewal- El espíritu del agua


Y aquí tenemos el sexto capítulo de Historias de Ewal ^^ (y pensar que ya llevo 22 xDDDD) Que puedo comentar de este capítulo... Umm, es un capítulo que cambió un poco mi manera de escribir ya que pasé a describir mal a las mujeres a saberlas describirlas perfectamente XDD (usando la mente de un tío) Espero que disfrutéis ^^

-------------------------------------
Aery se encontraba cubierto por vendajes de pies a cabeza. Estaba en la habitación a la cual le había llevado Fer a descansar. En esos momentos, se estaba vistiendo y preparándose para marchar. Se lo había prometido a Fer, y ya había cumplido su promesa. Había asistido al entierro de su tío y además había presenciado la coronación de la antigua dama. Le dolía dejarla de nuevo, pero se prometió a sí mismo volver a aquel castillo y decirle a Fer lo que sentía por ella.
Cuando se convenció que ya tenía todo lo que podía necesitar, se colgó una pequeña bolsa de cuero en la espalda. Miró por la ventana. Sonrió. No quería llamar mucho la atención, así que haría lo que siempre hacía. Saltar por la ventana. Abrió un poco las cortinas y comenzó a inspeccionar la parte de abajo. Esta vez estaba en otra parte de la ciudadela, y no había ninguna carreta llena de paja cerca. Corrió las cortinas. Respiró hondo y empezó a pensar en su estrategia. Miró las sábanas de su cama, y se le ocurrió una idea. Cogió la que parecía más larga, abrió el gran ventanal y la puerta de la habitación se abrió detrás suya.
Él giró la cabeza confundido. ¿Quién sería ahora? Esperaba que no fuese ningún soldado que había venido a detenerle y a obligarle a quedarse aquí. Al mirar hacia la puerta se encuentra con la persona que menos se esperaba. La nueva reina de Ewal le miraba confusa y después miraba intrigada a su bolsa y a la sábana que había cogido. Caminó lentamente hacia él. Ese día llevaba un largo vestido azul como el cielo resplandeciente, y que aún así, no apagaba el poder que tenían sus ojos cristalinos. Cuando llegó hasta él, le cogió de la mano que sostenía la sábana y le obligó a soltarla.
-¿Acaso querías huir?- dijo Fer mirándole fijamente a los ojos.
Aery se sintió como amenazado ante la firmeza de los cristalinos ojos de la reina de Ewal, de repente hizo algo que no había previsto a hacer. La abrazó fuertemente hacia él, sintió el calor de su cuerpo en su propio cuerpo. El olor de sus cabellos a lavanda llegaron a la nariz del joven. Fer se había quedado aún más confundida que cuando había entrado. No se esperaba esa razón por parte de Aery. El abrazo era fuerte, como si no la quisiera soltar, como si la vida estuviese en ello. No sabían cuanto tiempo estuvieron de esa manera, el tiempo a su alrededor transcurría muy lentamente, tal y como ellos deseaban.
El joven de cabellos azules con la pena en el pecho, soltó a Fer con su cara de expectación. Agarró de nuevo su sábana, y cuando iba a saltar por la ventana, le dio un beso en la mejilla a la dama. Pegó un elegante salto y dejó caerse al vacío. El viento era terrible, le golpeaba fuerte la cara. Después de agarrarse a algunos postes que colgaban de las paredes del castillo, cayó de pie al suelo. Se quejó un poco por su tobillo, había sido una caído muy fuerte. Pero el dolor se disipó por la preocupación de ir en busca de su caballo y fiel compañero, Antares. Comenzó a correr tanto como su cuerpo le permitía buscando el establo.
Fer se había quedado boquiabierta, se tocó lentamente su mejilla. Aún sentía el calor del beso de Aery. Tras sonrojarse un poco, salió de la habitación. No le gustaba como se iba el joven, siempre la dejaba sola. Esperaba que la próxima vez que volviera, fuese para quedarse para siempre.
El muchacho llegó al lugar donde habían guardado a su caballo y donde le habían cuidado. Al ver a su amo, Antares relinchó de alegría. Aery le correspondió acariciándole la crin suavemente.
-¿Me has echado de menos?
Entonces, comenzó a quitarle las cuerdas que sujetaban al caballo. Parecía que se había intentado escapar. Por unos momentos, Aery sintió lástima por su caballo, él si hubiese estado en su lugar también habría intentado hacer lo mismo, ir con su dueño, buscarlo sin descanso. Alguien entró al establo, el chico por el susto o por no querer que le descubriesen, se escondió en un rincón del establo. Cogió un montón de paja y se la puso encima. Eran dos hombres y parecían estar hablando de un tema muy serio.
-Lo que le contaba... Mis hijos han desaparecido, y eran los más jóvenes...- dijo uno de los hombres muy apenado.
-¿Pero cómo ha ocurrido?- preguntó el otro hombre extrañado.
-No lo sé, ocurrió hace dos semanas. Ya sabes por donde vivo yo... En Galiot, al oeste de Ewal...
-Entonces, ¿por qué has venido a la coronación?
-Necesitaba vender unas cosas, y pensaba que era un acto de rebeldía por parte de ellos, pero ahora me he dado cuenta que no es así...
-Ven, te acompaño a mi casa para que descanses...
Los dos hombres se alejaron del establo, y del escondite de Aery. Tras asegurar que ya no había nadie, salió de entre el montón de paja y tras quitarse algunos del pelo, comenzó el trabajo por donde lo había dejado.
Un chico de cabellos castaños y aire alegre salió de la casa de Verne. El sol relucía con fuerza y hacía evaporar los últimos charcos que quedaban en el suelo del pueblo de Daoquil. Yuipte respiró hondo y se colgó una bolsa de cuero al hombro. Iba a ir a su primera recogida de uva. Era una tradición en el pueblo. Tras la época de lluvias, había que ir al campo de la parte norte donde todo estaba cubierto por viñedos. Se unió a la fila de hombres que se dirigían hacia ese lugar. Los hombres ya conocían de vista al chico, pero nunca habían hablado con él. Parecía como si le tuviesen miedo por vivir con Verne, la adivina.
Yuipte tenía la cara agachada, a pesar de hacerle bastante ilusión poder ayudar a la adivina, no conocía a nadie y se sentía solo. Cuando salieron del pueblo, el joven se dio cuenta de que el Sol pegaba fuerte con todo su calor. Soltaba grandes bocanadas de aire, entonces vio como algunos hombres del pueblo, saciaban su sed con una bota llena de agua. El joven sintió su garganta seca, quería beber agua.
Uno de los hombres se fijó del cansancio de Yuipte, se acercó a él y ofreciéndole su bota de agua le dijo:
-Pareces cansado, si quieres te llevo en mi espalda.
El castaño le dio las gracias por el agua al hombre de cabellos morenos, pero le dijo que estaba bien, que no necesitaba ayuda. En ese momento, el hombre comenzó a hablar con Yuipte. A contarle cosas de su vida y a preguntarle sobre su vida. El camino de repente, se le hizo más corto y menos cansado, hasta se podría decir que era divertido.
“Necesito saber si son los bandidos”.
El joven de las Tierras Prohibidas del Norte se encontraba montado en su caballo Antares. Había decidido ir hacia Galiot a ir a investigar, no sabía por qué, pero tenía una ligera sospecha de que alguien malvado era el responsable de todo lo que estaba ocurriendo. El caballo grisáceo galopaba a la velocidad del viento, ya que el chico se lo había pedido. No quería parar a descansar, quería llegar a Galiot antes del anochecer, y parecía que lo estaba consiguiendo.
Una pequeña luz salía de entre unas sombras gigantescas. Oyó un grito, lo que hizo que Aery recordase una situación muy parecida que había vivido hace poco; pero esta vez, Yuipte no estaba con él. Cuando llega a unos arbustos cercanos, bajó del caballo y le pidió que se quedase ahí hasta que volviese.
Con pasos cortos, pero silenciosos, fue acercándose al origen de aquella luz y de aquel grito. Vio un campamento improvisado. Una pequeña hoguera junto con varias ramas que hacían de colchón. Detrás de la hoguera, Aery se encontró con un joven más o menos de una edad similar a la de él tirado inconsciente en el suelo. El peliazul rápidamente fue a socorrerle, esperaba que estuviese aún vivo. Cuando intentó despertarle, le preguntó:
-¡Hey! ¿Te encuentras bien?
Se fijó en que el muchacho tenía rasgos parecidos a las del hombre que había visto en el establo. “Debe ser uno de sus hijos” pensó. El chico entornaba los ojos, por lo que Aery puso de nuevo su atención en él. Decidió darle un poco de agua, pero debía de ir hacia donde estaba Antares. Tal vez dejarle solo no era muy adecuado... Se lo pensó durante varios minutos, y decidió dejarle un momento solo, pero iría corriendo.
Fue hacia donde había dejado a su caballo, y tras acariciarle un poco la crin le susurró que tardaría más de lo que esperaba. Metió la mano en una de las bolsas que Antares portaba. Sacó su bota de agua, además de coger unas galletas de avena. Llegó de nuevo al campamento y lo que se encontró lo dejó confuso. El muchacho no estaba donde lo había dejado. ¿Dónde podría estar? Un frío aire se movió entre las ramas de los árboles, lo que hacía que Aery se ponga aún más nervioso. De repente, una sombra se movió en la oscuridad. El muchacho se puso alerta. El chico se había despertado y se encontraba rondando esos lugares. Salió de entre la oscuridad y mostraba un rostro poco normal. Tenía la cara desencajada, los ojos mirando a todas las direcciones y una sonrisa maligna, que hizo hacer retroceder al peliazul unos pasos.
-Un nuevo sirviente para la señora...- dijo con una voz escalofriante el chico.
El joven supuso que le iba atacar ahora el chico poseído por una extraña fuerza, así que preparó su mente. Cuando la despejó por completo, mueve con agilidad las manos; pero demasiado tarde. El chico se colocó detrás suya y le golpeó en la nuca. Había hecho lo mismo que Vam, ¿cómo era eso posible? Sus heridas aún no habían sanado por completo, por lo tanto cayó inconsciente al suelo, dejándose llevar por el chico.
Sintió como le agarraba del cuello de su túnica y lo arrastraba hacia un lugar desconocido.
Yuipte había pasado trabajando en el viñedo durante un día entero. Se encontraba tirado en una manta al lado de Knuj, el hombre que le había ofrecido su bota de agua, estaban mirando el cielo. Aquella escena le hizo recordar cuando estaba con Aery, rió durante unos momentos. Knuj le miró interrogante:
-¿Ocurre algo?
-Nada, simplemente me hace recordar tiempos pasados.
-Ah... Ya veo...
Los dos respiraron profundamente, había sido un día duro, pero habían conseguido sacar una cuarta parte del campo. Si seguían así en tres días podrían volver a Daoquil.
Knuj era un hombre de familia, con su mujer y sus hijos. Durante el trabajo por la mañana, el hombre le estuvo contando a Yuipte anécdotas que había vivido junto a su familia. Aquéllo hizo que Yuipte se sintiese nostálgico. De nuevo ahí se encontraba, tumbado mirando las estrellas que iluminaban el cielo. Soltó un suspiro. Aún sentía esa presión en el pecho, esa sensación de sentir que alguien se encontraba en peligro.
A pesar de que en las Tierras Prohibidas del Norte hacía un frío que podría matar a cualquier extranjero, a Aery le encantaba esa temperatura. Había amanecido nevando, nubes grises poblaban el cielo y los animales aún se encontraban durmiendo. En una de las pequeñas tiendas de tela, salía un chico de cabellos azules y ojos violeta con una sonrisa de oreja a oreja. Su madre también salía de la tienda acompañando al joven. Ella no tenía el mismo color de pelo que él, pero las formas de la cara eran casi iguales. Sus ojos eran de un color tulipán vivo. La madre tenía una cara preocupada, e intentaba agarrar a su hijo de los hombros.
-Aún es muy temprano, ¿por qué te tienes que ir?
-Mâa, estate tranquila, voy a hacer un recorrido con el trineo por los alrededores del poblado- dijo con una gran sonrisa.
Un copo de nieve cayó en la nariz del muchacho. Estaba fresquito. Madre e hijo rieron.
-Mâa, ¿dónde está Pâa?-preguntó Aery.
-Creo que se ha ido con el vecino en busca de la comida-decía no muy segura.
La madre tras apartar unos pensamientos dudosos, besó la frente de su hijo y le puso la capucha de la túnica.
-Ve, pero ten cuidado. Quiero ver tu azul brillante.
Aery le miró confuso, pero decidió irse antes de que fuera demasiado tarde. Aunque los habitantes de su poblado tuviesen los ojos color violeta, él era el único que tenía el pelo azul, algo que era muy raro. Comenzó a correr, y al final del poblado se encontraba su trineo hecho a partir de ramas sueltas que se encontraba en la nieve. Seguía nevando, y Aery seguía jugando en la nieve. A lo lejos, veía a su padre llevando un gran cuerpo, seguramente de un animal.
Va corriendo hacia él, con la misma sonrisa en el rostro.
-¡Pâa!
Su padre, en cambio, no se alegraba de verle. Cuando llegó hasta él y le abrazó, su padre le susurró unas palabras que olvidaría en un futuro próximo...
-Nunca utilices tu poder para el mal, tal y como yo voy a hacer ahora.
De repente, le golpeó con su puño en el estómago. El chico no entendía nada, parecía como si su puño fuese hierro. Escupió sangre y cayó al suelo. No entendía nada de nada. Su padre suelta el cuerpo que llevaba colgado encima suya. Aery abrió los ojos, era el cadáver del vecino. Miraba atónito a su padre, no sabía que decir.
-Sé que nunca me perdonarás...
Algo en la cabeza le cayó, dejándolo inconsciente.

Aery se despertó sudando. ¿Qué había sido aquel sueño? ¿Un recuerdo que había olvidado? ¿O tal vez un sueño que creó su mente para confundirle? Se iba a tocar la cabeza, ya que le dolía un poco, pero se dio cuenta de que no puede. Poco a poco, se fijó en el lugar en el cual se encontraba. Estaba en una habitación que le hizo recordar a sus aposentos en el castillo de Ewal, con la diferencia en que el único mobiliario que había en la sala era una silla, en la cual estaba sentado. Tenía las manos encadenadas, al igual que los pies. Intentaba recordar cómo había llegado a parar ahí, entonces recordó al hijo del campesino.
Estaba confuso, desorientado. Se sentía sin fuerzas. Se acordó de Antares, y sintió pena por él. Le había prometido que regresaría pronto... Agachó la cabeza en señal de derrota. Ahora sí que estaba en un verdadero lío.
La puerta de la habitación se abrió, y por ella entró un ente de lo más extraño. Cabellera azul celeste, como la de Aery; ojos perlados y profundos; cara simétrica y perfecta. Vestía lo que parecía un vestido de agua, lo que hacía que se viesen las partes femeninas. El chico no podía apartar la vista de aquel ser, era como si una fuerza sobrenatural le obligase a observarla para siempre. Detrás suya, iban dos hombres con horribles ojeras, una delgadez extrema y llevaban ropajes de esclavo. Por unos instantes, Aery sintió miedo, tenía miedo de que aquella mujer le hiciera su esclavo. Pero ahí estaba esa fuerza que hacía que todas sus preocupaciones se disipasen al mirar al ser.
Iba hacia él, con pasos elegantes y lentos, casi con ritmo. Los dos hombres la seguían, y en sus rostros mostraban una especie de satisfacción al poder seguirla. Cada vez, el peliazul entendía menos la situación.
El ente se paró justo delante de él, y comenzó a observarlo de arriba a abajo. Cuando llegó a la parte de arriba, sonrió; algo a lo que Aery habría entendido como amenaza si no estuviera bajo el hechizo. De repente, una imagen de Fer le vino a la mente, recordando los momentos que había vivido con ella. Parpadeó, se había librado del hechizo. Ahora se estaba dando cuenta de la situación, la mujer le estaba mirando directamente a los ojos, sonrió ligeramente y dijo:
-Me gustas... Te has librado de mi hechizo...
Aery sintió como de un momento a otro, fue perdiendo fuerzas. Oyó un “quitadle los grilletes”, y sintió sus piernas y brazos libres. Ahora podía huir de ahí y planear la manera de salvar a aquellos hombres. Su corazón comenzó a latirle rápidamente, la adrenalina corría por sus venas a gran velocidad.
De nuevo, los ojos perlados del ser detuvieron a Aery, su cuerpo no reaccionaba, no le hacía lo que él le ordenaba. Sintió como si una fuerza, superior a la anterior, le estuviese aplastando poco a poco el alma. Su respiración se estaba haciendo pesada, pero aún así, aguantaba el porte.
-Aunque creo que de éste no te podrás librar...- siguió diciendo la mujer.
-¿Quién eres?- preguntó entrecortadamente Aery.
-Soy Némesis, o como en esta parte de Ewal me llaman, el espíritu del agua. Y tú ahora eres mi siervo- aquella última frase la dijo despacio, pronunciando cada palabra con fuerza- Sé que tendrás preguntas a mí, pero te responderé las que seguramente te estarás haciéndote ahora mismo. Soy un espíritu antiguo creado por las almas apenadas de las mujeres que vivían en la Ewal primitiva de hace mucho tiempo. Vivo solamente para esclavizar a los hombres, y ahora que he conseguido un cuerpo sólido, estoy cumpliendo mi cometido. Soy la causante de las desapariciones de los hombres jóvenes de la villa próxima a mi palacio, y cuando acabe con todos los hombres de esa villa, seguiré hasta tener a todos los hombres bajo mi poder. Ewal es un reino demasiado machista. ¿Qué será de tu vida? Te estarás preguntando este mismo momento... Pues la verdad, tengo unas ideas muy jugosas para ti... Pero hasta entonces, te contendré con este segundo hechizo que es mucho más poderoso que el que me rodea.
Aery había escuchado todo lo que había dicho Némesis, pero aún no se quería rendir, debía salvar a aquellos pobres hombres. Respiró profundamente y dijo:
-Usted se ha creído que me quedaré aquí quieto, bajo sus órdenes, sin hacer nada. Me parece que eso no puedo dejar que pase, porque en cuanto tenga la más mínima oportunidad de escapar, me iré de aquí.
Intentaba mover sus manos, no le respondían. El espíritu del agua miró al joven en el lamentable estado en el que se encontraba, rió sin esconderse y le respondió alegremente:
-Eres demasiado impertinente... Algo que me gusta... Por eso, irás a cualquier lugar que vaya yo, no te dejaré ni un segundo solo para que no puedas pensar en tu plan de huida- dijo mirándole directamente a los ojos violeta del joven.
Aery iba a responderle, pero otra vez el hechizo surtió efecto. De repente, las piernas que antes no le hacían caso, se estaban moviendo por voluntad propia. El chico estaba confuso. Se levantó de la silla, y le hizo una reverencia a Némesis. A través de sus ojos, el muchacho no se podía creer que estuviese haciendo todo eso. Intentaba oponerse, pero no lo conseguía.
-Ahora nos lo vamos a pasar muy bien...- dijo Némesis riendo, mientras que los hombres le ponían a Aery los ropajes de vasallaje que parecía que tenía que llevar.
El chico se sentía sin fuerzas, como si aquel traje de color blanco le quitara las fuerzas. Además de no poder moverse por sí mismo, no tenía fuerzas para salir del hechizo. El espíritu del agua sonrió de nuevo complacida por el trabajo de sus esclavos, abrió la boca mostrando sus perfectos dientes y le dijo:
-Vamos a presentarte a los demás.
-¡Hey, Yuipte! ¡Despierta!
Los rayos de sol entraban con delicadeza a los ojo del joven, mientras que éste iba incorporándose poco a poco. Creía estar en casa de Verne, pero al ver a Knuj se encontró a sí mismo. Aún estaba en los viñedos de Daoquil , era el segundo día de trabajo. Gotas de sudor caían de su frente, él, asustado respiraba irregularmente. Tras secarse un poco el sudor con un paño, tomó el desayuno junto al hombre. Nadie decía nada, no sabían de que hablar, además de que recién levantados no pensaban bien.
Al tragar su último sorbo de leche, Knuj mira con curiosidad a Yuipte y le dijo:
-Yuipte te he tenido que despertar, ya que parecías estar sufriendo en el sueño que estabas teniendo.
-¿De verdad?- preguntó confuso Yuipte.
Se tocó la cabeza, en verdad no recordaba nada del sueño. Una leve imagen le vino a la mente de repente. Pelo azul y mirada violeta le tendía la mano. Movía la boca, pronunciando palabras que el joven no entendía. Soltó un suspiro, después de todo, al final tendría que pedirle consejo a la adivina.
Los dos se levantaron de su campamento, cogieron sus azadas y se dirigieron al centro del campo. El día les esperaba...

domingo, 4 de octubre de 2009

Salón del Manga de Valencia




Sí señores, ayer a las 9:30 cuando monté en el coche de los padres de Isidro (junto a Isidro) nos fuimos a Valencia. La capital de esta nuestra comunidad xD Pues nada, el viajecito fue tranquilo su hermano no la montó tanto como esperaba.


Nada más llegar recibí una llamada de Lucía, que ella y Alen ya estaban ahí guardándonos sitio. Paramos en una rotonda y Loles (la madre de Isidro) se puso manos a la obra para recogerme el pelo para poder ponerme la peluca perfecta. Ya preparados nos fuimos corriendo hacia la cola.


Nada más llegar y ponernos, dos chavalas nos pidieron que nos hiciéramos una fotos con ellas (nuestra primera foto como cosplayers!) total, después me fijé que el MUY TRAIDOR de Alen no se había disfrazado tal y como había dicho. Maldito traidor ¬¬ Te cortaré en pedacitos y lo echaré a los tiburones...


La cola para comprar la entrada fue bastante ligerita y tras pagarla nos adentramos en el maravilloso (?) mundo de los otaku! En un principio tenía miedo, cuanta gente disfrazada! Había gente que ya estaba combatiendo y de todo, las manos comenzaron a temblarme de la emoción...


Después fuimos de puesto en puesto inspeccionando cosas que nos gustasen... Yo me compré:


-Tomo 2 de Life


-Tomo 1 de Tsubasa (me dio por ahí)


-Peluche de Timcanpy


-Peluche de Soul Eater


-Póster de Cloud (babas)


-Los 3 tomos de Raruto Relleno Chronicles


-Llavero de Kh


-Colgante para el móvil de Naruto


Lucía se compró un broche y un colgante de piruleta (muy gracioso por cierto) en un puesto de lolitas. Alen se comrpó su amada figura de Sephirot y otras dos cosas xD (por cierto Alen si lees esto cuando os fuistéis vi a un chaval que llevaba el reloj de Edward)


Yo ni más feliz, pero con un poco de hambre, nos dirigimos hacia l puesto de ramen, diox mío, era peor que la guerra!


Despues de mucho sudor y de todo, Lucía y Alen consiguieron los dos últimos ramens de cerdo (estaban muy ricos) y nada, después de dar otra vuelta de marcharon... u.u


Anotar que me encontré con unas amigas que hacía tiempo que no veían y el reencuentro fue genial! Se las veía muy bien ^^


Después de dar muchos rodeos y demás cosas... Isidro y yo no parábamos de hacernos fotos con otra gente (jeje, como molaban nuestros disfraces) y después hicimos una cola de media hora más o menos para conseguir dos ramens de cerdo. Hablamos un poco con tres chicas de Gandía (normal que no supiesen donde estaba Elda) que iban de Hitman Reborn ^^U


Ahora a comentar un trauma que tengo (dos mejor dicho)


Una chica se me acerca corriendo ni más emocionada (pertenecía a un grupo de las que llevaban carteles que ponían "regalo abrazas y picos"), me llama la atención y me dice:


-Allen Walker te estaré vigilando.


Me quedé super confusa y la chica se volvió con sus amigas riéndose super contenta. Lo peor es que después me hice una foto con ellas y ella se puso a mi lado xD


Después, una chica que iba de Road Camelot se nos acercó a Isidro y a mí para hablarnos de la serie. Lo peor es que después ella salió en la tele xDDDDD


Por el momento nada más (creo), decir que escuchamos el karaoke y habían algunos HORRIBLES y otras super encantadoras. Las que ganaron en cosplay no me gustaron mucho (prefería mil veces al que iba de Hitsugaya el traje estaba curradísimo).


Disfraces que me llamaron la atención:


-De Sim


-De Lacasito


-De Kid.


-De Pikachu


-Una de Hinata (que le quedaba como el culo)


-Uno de Sasuke (que estaba muy bien que rabia reconocerlo xD)


-Una Naruta


-De Tsuna


-De Road


-Del padre de Maka


-De Shinigami-sama


-De Ichigo


-de Cloud (curradísimo)


-De Zack


-De Sakura (la cazadora de cartas)


Y creo que ya está nuestra aventurilla ^^


Esperamos Isidro y yo a sus padres durante una hora casi afuera del recinto ferial y nos hicimos cuatro fotos con la demañs gente xD


Al siguiente al de Barcelona!